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Un preso con historia

Fue mentor de Fidel Castro en Cuba y productor de cine en Italia. Fue periodista en la guerra de Vietnam y compañero sentimental (estable, no esporádico) de Ava Gardner. Fue abogado y empresario del mundo de la moda en Miami. Y fue, finalmente, traficante de droga (mentira, según él) y, en los últimos siete años, preso en la cárcel de Marianna, en Florida. Ramiro Arango y Alsina, de 76 años, ha logrado que Estados Unidos acepte su traslado a España para el cumplimiento de la condena a 30 años por blanqueo de dinero. El viernes viajará desde Nueva York hasta Madrid en un vuelo regular acompañado por varios agentes de la Interpol y un médico que vigile su precario estado de salud. Es la primera vez que la ONG Fundación Españoles en el Mundo logra que un médico viaje con un preso en un traslado de este tipo.La biografía del preso Arango, de nacionalidad española pero nacido en Cuba, es una especie de fábula histórica que termina detrás de unos barrotes por un delito que él niega haber cometido, pero que el juez dio por demostrado: un asunto de drogas relacionado con el blanqueo de dinero manchado de cocaína.

A él se deben, por ejemplo, los primeros contactos revolucionarios de un joven Fidel Castro, al que afilió al embrión del Partido Comunista de Cuba; eran amigos de la infancia. Arango fue precoz en su temprana carrera política y llegó a embajador en Suecia representando a la isla caribeña, antes incluso de la etapa de Batista, sin haber cumplido 30 años. A su regreso tuvo que sentarse en el banquillo acusado de ser el "inductor ideológico" del asalto al cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba, en el que se detuvo a Castro, a su hermano Raúl y a otras 125 personas en el auténtico fogonazo de la revolución. Castro, como ejecutor del ataque, fue condenado a 15 años de cárcel; a Arango le cayó menos porque su consejo siempre fue contrario al ataque, como reconoció Fidel durante el juicio. Los dos quedaron pronto en libertad por una amnistía. Había nacido el castrismo y Arango estaba allí.

No deja de ser paradójico que al final regresase a la cárcel casi medio siglo después, cuando el ex revolucionario se había convertido en un acomodado empresario y cuando sus vínculos más conocidos eran con el exilio radical anticastrista en Miami. Fue detenido en una operación de la DEA (la agencia antidroga de EE UU), "un montaje", según él.

Entremedias, Arango viajó por todo el mundo, aprendió ocho idiomas, escribió novelas y hasta cubrió la guerra de Vietnam para medios estadounidenses antes de asentarse temporalmente en Italia como productor de cine, en la época en la que era una condición elogiosa. Allí convivió un año con Ava Gardner, cuando también eso era digno de elogio; la dejó para casarse con Gabriela, con la que tiene siete hijos. Ella era modelo cuando conoció a Arango; ahora regenta una elitista tienda de modas en el mejor lugar de Miami. "Me dice que les diga que es inocente", declaró ayer su esposa a este periódico.

Del preso Arango se dice que es culto y embaucador, diestro en el arte de enredar la verdad con una dosis de fábula. Su condena es por culpa, según él, de una jugada política: dice que fue el Partido Demócrata de Florida el que quiso vengarse de él por su relación y sus amistades en el Partido Republicano.

Su travesía termina el viernes, cuando monte en el avión en dirección a Madrid, donde quedará a disposición de la Audiencia Nacional, que posiblemente optará por enviar a Arango a la prisión de Valdemoro. Un reconocimiento médico y la aplicación de las normas penitenciarias pueden conducirle a la libertad condicional en muy poco tiempo.

Y no era tan fácil conseguirlo. Estados Unidos ha trasladado a España a una docena de presos en cumplimiento de los convenios firmados por ambos países, pero en el caso de Arango se quejaban de la falta de vinculación del preso con el país en el que nacieron sus padres y del que heredó la nacionalidad. El trabajo de la Embajada en Washington (con el apoyo de algunos infatigables en estas causas, como el senador Ignacio Díez) ha logrado que el caso Arango termine en suelo español a cambio de que el protagonista se comprometa a no pisar nunca más Estados Unidos.

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