Rapidez
JAIME ESQUEMBRE
Diríase que estaban a la espera de conocer unos resultados electorales que se presuponían favorables, aunque no tanto, para dar el pistoletazo de salida y desbloquear asuntos a los que antes no hincaron el diente por temor a la respuesta ciudadana. La nueva, aplastante e inequívoca mayoría política parece que ha elegido Alicante como campo de pruebas de lo constitucionalmente permitido con tan amplia superioridad numérica en las instituciones públicas. En el intervalo de dos horas, el PP impulsó la construcción de un horripilante, gigantesco y amenazador palacio de congresos en las entrañas del Benacantil, un emblemático monte declarado bien de interés cultural, y ya que estaba metido en materia dio luz verde a la urbanización de 680.000 metros cuadrados sobre los que se diseñará el nuevo ensanche de la ciudad, a golpe de adosados.
En el primero de los casos, median varios informes técnicos que desaconsejan construir el palacio en ese lugar por el impacto medioambiental, visual y de todo tipo que conllevará. Papel mojado. Y hasta es probable que se reserve a sus autores nuevo destino en flamante y soleado despacho. En Tabarca.
El segundo caso es como para empezar a correr en busca de un lugar civilizado en el que echar raíces. La adjudicación de un plan urbanístico que conllevará miles de millones de inversión, y muchos más de beneficios, sin soporte técnico ajustado al proyecto. Casi nada.
¿Por qué el martes? Pues sencillamente porque el lunes estaban de resaca.
Lo de la urgencia es interpretativo. La oposición habló ayer de indecencia, mala fe y hasta de reparto de tarta, pero la verdadera razón, la buena, se la ofreció a los social-comunistas el mismísimo concejal de Urbanismo, José Luis Pamblanco. "Por las circunstancias que se han producido", les dijo en la sesión de trabajo. No seré yo quien califique a Pamblanco de erudito, docto, leído o siquiera entendedor de la materia asignada en el reparto del poder local, pero me descubro ante ese brote de sinceridad.
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