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El peso de los Agnelli

El apellido Agnelli lo ha representado casi todo en Italia durante cerca de un siglo. Poder económico, influencia, relaciones internacionales, y también distinción nobiliaria, como si los herederos de Giovanni Agnelli, hijo de un terrateniente de Piamonte (norte de Italia) que fundó la Fiat en 1899, pertenecieran efectivamente a la dinastía real de una Italia republicana. Gianni Agnelli, actual patriarca de esta saga que se ha convertido con los años "en la institución más sólida" de Italia, según Giancarlo Galli, autor de una famosa biografía de la familia, ha sido durante muchos años una especie de rey sin corona.

La Fiat, una fábrica de automóviles con grandes aspiraciones fue creciendo hasta convertirse en el verdadero motor industrial de Italia. De ahí pasó a ser un grupo multinacional con más de 200.000 empleados en el mundo. Un grupo con enorme presencia en el sector de la automoción, pero lo bastante diversificado como para estar presente en bancos, supermercados y almacenes, aseguradoras, editoriales, cadenas hoteleras y muchos negocios más.

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Vender coches se iba haciendo cada vez más difícil por la saturación del mercado y la fuerte competencia de las firmas asiáticas, pero la familia Agnelli fue capaz de diversificar sus actividades y hasta de compartir el peso del grupo con otros socios, manteniendo, eso sí el control del grupo. La evolución del mundo y el destino han ido limitando, sin embargo, el poder de esta dinastía. Primero fueron las escaramuzas con Mediobanca, el poderoso banco de negocios milanés que ha gobernado el capitalismo italiano durante medio siglo, e intentó imponer su ley en Fiat, controlando el grupo gracias a un pacto de sindicatos.

Más tarde la pérdida del heredero ideal, Giovanni Alberto Agnelli, muerto de un cáncer fulminante con treinta y pocos años. Por último, el poder emergente de otros negocios, como las telecomunicaciones o Internet que han dado un vuelco a las finanzas tradicionales en todo el mundo. No hace mucho, el grupo Fiat fue superado en valor bursátil por una empresa de Internet de reciente creación, Tiscali. El poder enorme de los Agnelli ha perdido brillo hasta el punto de que los empresarios italianos acaban de elegir como presidente de la patronal al candidato que no apoyaba el avvocato Agnelli. Toda una metáfora de los tiempos que corren. Tiempos difíciles para las dinastías industriales, especialmente para las dedicadas al sector del automóvil donde la política de concentración de empresas ha hecho más dura la competencia.

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