Elecciones con sexo
Los fotógrafos se lo hicieron repetir varias veces y no se cansaban de solicitarlo. Nunca, a lo largo de toda la campaña, Almunia y Frutos se dieron un abrazo público que refrendara el pacto. Once puntos de acuerdo y apenas un punto de contacto en los leves apretones de manos. Ayer, en el hotel Mindanao, se obtuvo por fin la foto de la unión, cuerpo a cuerpo, en la aventura de acudir a las elecciones con la idea de formar gobierno, y tal como si interpretaran un gesto obsceno los candidatos se pusieron como tomates. No se les pasaba el sofoco y desde el primer abrazo hasta el último ninguno consiguió superar el embarazo. "Es que somos tímidos, él y yo", dijo Paco Frutos. ¿Tanto les violentaba la situación? ¿Habrían preferido en ese momento no haber firmado el pacto? Con seguridad habrían preferido no tener que escenificarlo.Frente a la propuesta de la derecha, más de lo establecido, más cantidad de la cantidad, la izquierda es, por naturaleza, la oferta de la cualidad. Los conservadores siempre llegan o se quedan para reproducir lo existente, son partidarios del sexo procreador antes que del sexo recreativo, apuestan por la perduración antes que por la modificación. Biológicamente, la derecha moderna o centrista tiende hacia el género epiceno, pero la izquierda es siempre sexuada, muy acalorada o roja.
En las filas de Aznar cuando apareció un vestigio demasiado hormonal como Alvárez Cascos lo anularon y en el panorama general de la campaña proyectaron mantener una imagen plana, la estampa de una superficie lisa donde se plasmaran sus logros con nitidez. Lo idóneo para el PP habría sido que el PSOE hubiera contrapuesto a esa propaganda una contrapropaganda del mismo talante, pero el desconcierto sobrevino cuando, en la liza, los socialistas cambiaron la disyuntiva a escoger. Entre el PP y el PSOE se podía elegir con un error de grado menor, pero entre la derecha y la izquierda el error puede ser de género, y mayúsculo.
Almunia y Frutos se ponían colorados conscientes de la obscenidad electoral que estaban planteando. Para la sociedad actual, descreída de la política, escéptica, cínica, apática, nada parecía más confortable que una decisión entre tonalidades pero Izquierda Unida ha sido todo menos la relatividad del color. Contra la baja sexualidad del centrismo el picante agregado a la izquierda por IU, contra el pasar del PSOE esta alíanza de sorpasso, contra unos comicios sin pecado, est morbo subrepticio que aporta el noviazgo veloz. O de otra manera: mientras en la derecha no ha ocurrido nada nuevo, en la izquierda ha vuelto la ocurrencia, mientras a la derecha sólo hay deseo de poder en la izquierda existen, además, misterios por resolver. De hecho, los protagonistas de la alianza no conocen en qué alcoba común habrán de instalarse o ni siquiera si en la jornada de mañana les responderán sus respectivos cuerpos.
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