Un casco providencial El ciclista navarro David Latasa sufre amnesia tras caerse en la París-Niza
"Pero si el casco no tiene ni un rasguño", se admiraba Eusebio Unzue dando vueltas en sus manos al objeto brillante, azul y blanco, un lustroso Catlike intacto. "No entiendo nada". Menos entendía David Latasa, alto y gallardo ciclista navarro. "¿Dónde estoy? ¿Qué carrera es ésta?", preguntaba sin cesar. Era miércoles y el sol brillaba en Saint Etienne. Acababa de terminar la cuarta etapa de la París-Niza, importante carrera. Latasa la había acabado con todo el pelotón. Pero no sabía ni cómo ni por qué. Ni dónde estaba ni qué pintaba ahí. "Te has caído", le tuvo que explicar su director, Unzue. -¿Caído? ¿Pero cómo?
-Delante de tí se cayó el francés Moreau, que se ha roto la clavícula, y tú saliste volando. Aterrizaste en el casco.
-Sí, pero dónde estoy. ¿Qué carrera es ésta.
Y así toda la tarde. Latasa seguía la conversación. Asentía y daba la impresión de entender. Pero a los cinco minutos, otra vez. "¿Qué carrera es ésta? ¿Dónde estoy?"
Unzue repasaba una y otra vez el casco y no entendía nada. "Nada, ni un rasguño. Y la caída ha sido cuando iban a poca velocidad". Pasaron las horas. Latasa seguía buscándose. Subió a su habitación. Sacó de la maleta su agenda, allí donde anota todas sus carreras, los kilómetros y demás, y no entendía nada. "¿Y decís que yo he escrito esto?". Al médico del equipo, Jesús Hoyos, también le preocupó lo mucho que tardaba Latasa en recuperar la orientación. Así que directos al hospital. En una clínica de Saint Etienne, muy cerca de Lyón, pasó la noche Latasa. Allí le hicieron un escáner. No vieron nada extraño. El cerebro, como el casco, sin un rasguño.
Latasa recupera poco a poco el dominio, pero sigue sin acrodarse de lo ocurrido los últimos días. Avión con destino Biarritz, coche y visita a la Clínica Universitaria de Navarra. Nuevo análisis. Ahora, además, una gammagrafía. El cerebro del ciclista, examinado detenidamente. "Que le dé gracias al casco", concluye el neurólogo Eduardo Martínez Vila después de analizar las imágenes de su cerebro. "Si no llega a llevar casco quizás ahora no lo estaríamos contando". Una descripción rápida y gráfica. "No sabemos en qué zona de la cabeza se ha golpeado porque el casco no tiene ni un rasguño, tiene una contusión craneal. Por así decirlo: se ha golpeado el armario y se ha descolocado todo lo que había dentro, pero no se ha roto nada. Hada, gracias al casco".
David Latasa, casi 1,90 metros, apenas 72 kilos, sólo 26 años, ya está en su casa, pero apenas para. Ayer por la mañana volvió a subirse a la bicicleta. Quería ver qué sensaciones le llegaban a la cabeza. "Nada, poca cosa, pero cuando pisaba un bache sentía un run run rarillo", dice. Luego por la tarde le fue a buscar su chica y se fueron a dar un paseo. Antes le dio tiempo para hablar por teléfono con su compañero en el Banesto Francisco Mancebo, el líder del equipo en la París-Niza. Le felicitó por su cumpleaños (24 años) y le preguntó que qué tal iban las cosas.
"Nada, me respondió que no me preocupara, que en estos tres días no me había perdido nada y que no he hecho nada raro", dice Latasa. "Habría estado bueno que hubiera ganado la etapa y no me hubiera enterado, ¿no?".
En sus tres años de profesional, Latasa tiene un triunfo en su haber: la etapa reina del Tour del Porvenir del 99.
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