Los fieles manifestante
El VOTANTE DECIDIDO. Minimizar la importancia del público en los mítines electorales es un error. No son comparsas, aunque lo parezcan cuando protagonizan escenas que rozan la idolatría, más cerca del entusiasmo de un club de seguidoras de Enrique Iglesias o de las Spice Girls que de sesudos militantes que sopesan un programa electoral. Los asistentes son esenciales para transmitir una imagen de fuerza interna -y contagiar energía a los propios candidatos- y externa, para que los partidos demuestren que arrastran masas. Distintos son los actos rurales, donde la comunicación entre políticos y asistentes es más natural y directa.
Hay un público atípico que sigue los mítines de los líderes con la tenacidad de una hinchada deportiva, y su misma pasión. Son los manifestantes. Casi tan asiduos como la militancia. Al Partido Popular lo han perseguido en esta campaña los bomberos de Torremolinos. El PSOE se ha dado de bruces en algunos lares con las batas blancas del MIR.En Córdoba, José María Aznar se acercó a saludar a las escasas decenas de bomberos que se habían concentrado a las puertas del pabellón de deportes para mostrar su rechazo contra el alcalde de Torremolinos, del PP. Menos cortesía empleó el presidente del Gobierno para referirse a los empleados de Correos, que acudieron al mitin y esperaron con paciencia a la conexión en directo de TVE para sacar sus pancartas y pitos. Desalojados por los servicios de seguridad del PP, en medio de un sonoro abucheo del público, Aznar comentó que estaba acostumbrado y resignado a tales sorpresas. La única forma de que lograsen protagonismo en los medios, dijo.
También en Córdoba, en otro escenario, el candidato socialista a la presidencia de la Junta, Manuel Chaves, se encontró con la protesta de un grupo de estudiantes de Medicina, que exigen reformas en la formación y el MIR al Ministerio de Sanidad. Da igual la administración, el objetivo es protestar cerca de las cámaras.
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