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Ricardo Guerra niega haber matado a Aitor, pero admite que estuvo a 20 metros del lugar del crimen

Ricardo Guerra, de 23 años de edad, para quien el fiscal solicita 19 años de cárcel por el asesinato de una puñalada de Aitor Zabaleta, de 28, y seguidor de la Real Sociedad, admitió ayer, en su juicio, que estuvo "en un bar a 20 metros" del lugar del crimen, junto al estadio Calderón, pero dijo que no intervino en el mismo. Guerra no respondió a las preguntas de los acusadores, sino tan sólo a las de su abogado y a las del jurado popular, y negó su afiliación a Bastión, el grupúsculo neonazi del Frente Atlético al que se atribuye la muerte de Zabaleta el 8 de diciembre de 1998.

Ricardo Guerra eludió las preguntas de sus acusadores alegando que lo hacía por indicación de su defensor, Emilio Rodríguez Menéndez, y debido "a la parcialidad", dijo, del fiscal y "a la manipulación informativa" de su caso.A preguntas de su abogado, subrayó que el día de los hechos quedó con un amigos en la Puerta del Sol para tomar unas copas y que luego se desplazaron todos a otro bar en los aledaños del estadio Vicente Calderón. "Vimos pasar gente de la Real Sociedad y se montó un tumulto, con enfrentamientos. Llegó la policía, cargó y puso orden, pero yo no participé en el enfrentamiento. Estaba a 20 metros de lío", declaró.

Según sostuvo, Guerra se enteró dentro del citado local y por un amigo de que "un chaval de la Real había recibido un pinchazo". Después dejó a sus amigos allí y, antes del comienzo del partido entre el Atlético de Madrid y el equipo donostiarra, se marchó al centro penitenciario Victoria Kent para pernoctar en él como debía hacerlo.

Siempre según sus manifestaciones, Guerra fue ese día hasta las inmediaciones del Calderón con sus amigos pese a que la hora del comienzo del encuentro le impediría verlo, ya que en ese momento cumplía una condena de dos años de prisión por haber acuchillado a un hombre en una discoteca y debía volver a la cárcel para pasar la noche en ella. Ese día disfrutaba de un régimen de semilibertad: trabajaba en un local de su padre durante el día e iba a prisión a dormir.

El acusado señaló que quedó con sus amigos porque hacía tiempo que no les veía. Uno de ellos es Iván Martín, cuya declaración, prevista para hoy, puede resultar decisiva para la evolución y el resultado del juicio. Tras el crimen, Martín declaró en cuatro ocasiones ante la juez instructora que había visto a Guerra, en medio del tumulto de seguidores de uno y otro equipo, apuñalar a Aitor. Pero, con posterioridad, se retractó ante la misma juez. El abogado de Guerra indicó ayer al respecto que sólo valen las declaraciones que se presten ante el jurado y durante el juicio y apuntó que "todas y cada una de las que [Martín] ha hecho han sido diferentes".

Navajas

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La consistencia o no de las pruebas incriminatorias que pesan sobre Guerra marcaron ayer, junto a su negativa a responder a las acusaciones, la segunda sesión del juicio, que se celebra en la Audiencia de Madrid.

Fue una sesión profusa en descalificaciones verbales entre las partes, dentro y fuera del estrado. De las armas blancas encontradas en su dormitorio (navajas y machetes) Guerra sólo reconoció como propias cuatro, entre ellas un machete con puño americano. Confesó que las tenía desde hacía tiempo y que las utilizaba "para vacilar ante sus amigos porque a todo el mundo le gusta fardar". Sobre una navaja de unos seis centímetros de hoja indicó que la solía utilizar "para prepararse los bocadillos por la noche en la prisión".

Según su testimonio, uno de los machetes "lo ganó en un puesto de tiro de escopeta de plomos, en una verbena, y las demás armas las compró para fardar cuando tenía 16 años".

La navaja con restos de la sangre de Zabaleta que la policía halló en los aledaños del estadio no la reconoció como suya. Asimismo, desmintió que formara parte del grupo neonazi Bastión, si bien admitió haber visto partidos del Atlético desde el Fondo Sur, lugar en el que se sitúan los grupos más violentos. No obstante, dijo que allí "no se comen a nadie" y que "hay discusiones, pero no puñaladas". También declaró que hacía tiempo que se había desvinculado de sus amigos, lo que contrasta con un vídeo, que hoy será visionado, en el que se ve a Guerra al lado de una pancarta de características neonazis.

Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia, apuntó ayer las "contradicciones" en que, en su criterio, incurrido el procesado y denunció intentos de la defensa "por minimizar los graves antecedentes penales de Guerra y el arsenal de armas blancas hallado en su casa".

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