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El Barça recupera pegada y estilo

Van Gaal, con Guardiola, recurrió a una alineación lógica que superó al Oporto, pese a que por momentos sufrió

Robert Álvarez

Y llegó Rivaldo, con una jugada espectacular, driblando a medio equipo, y metió el cuarto para desesperación del Oporto, que soñaba con el empate. El brasileño volvió a pintar de pañuelos el Camp Nou que se olvidó del Madrid, recuperó la química con el equipo y se volvió a ilusionar con Europa. El Barça demostró ayer otra vez que vive dos temporadas en una. Le ocurre eso desde el principio. Se arrastra por la Liga y se transforma y golea en esta competición, la más deseada por el vestuario y por todos. El Oporto se quedó a medio camino: se adelantó en el marcador y amenazó con llevarse al final un punto. Pero siempre apareció la gigante réplica de Rivaldo, que envió a todos felices a casa. La noche amenazaba tormenta y acabó perfecta. Pero los cimientos estaban puestos: Van Gaal ayer no se la jugó y plantó en el campo, salvo a los laterales Zenden y Puyol, que acabaron lesionados, al mismo equipo que ganó la última Liga. Tantas vueltas para esto.El Oporto abrió y cerró el partido con dos cabezazos impecables de Jardel que delataron la endémica debilidad defensiva azulgrana. Pero, entre medias, casi sólo existió el Barça. Los portugueses se adelantaron demasiado pronto y eso encendió todas las luces de alarma. Jardel, en un fallo clamoroso de toda la banda derecha, remató como quiso ante un Frank de Boer que hizo de estatua. El gol pareció repetir el escenario de otros tantos días pero, esta vez, el Barça se metió en el partido y no se hundió. Tuvo esta vez paciencia, control, dominio del juego, presión y garra. Y, sobre todo, el balón. Guardiola había pedido tras el desastre del Bernabéu regresar a los orígenes y el grupo cumplió.

BARCELONA 4OPORTO 2

Barcelona: Hesp; Puyol (Reiziger, m.46), Abelardo, Frank De Boer, Zenden (Déhu, m. 52); Luis Enrique, Guardiola, Cocu; Figo (Ronald De Boer, m.87), Kluivert y Rivaldo. Oporto: Hilario; Secretario, Jorge Costa, Aloisio, Esquerdinha; Chainho, Peixe; Capucho (Clayton, m.75), Drulovic (Alessandro, m.75), Rui Barros (Domingos, m.39); y Jardel. Goles: 0-1. M.4. Centro de Esquerdinha por la izquierda que cabecea Jardel a la red. 1-1. M.15. Falta, a unos metros de la frontal del área, que Rivaldo, con la zurda y de rosca envía junto al palo derecho. 2-1. M.23. Frank De Boer remata de cabeza tras un saque de esquina lanzado por Figo. 3-1. M.45. Abelardo lanza un balón en largo, Kluivert hace un control primoroso y cruza sobre la salida de Hilario. 3-2. M.79. Centro de Clayton que remata Jardel de cabeza. 4-2. M.88. Rivaldo en jugada personal. Árbitro: Paul Durkin (Inglaterra). Mostró tarjeta a Aloisio y Jorge Costa. Éste no podrá jugar el próximo partido ante el Barça. 70.000 espectadores en el Camp Nou.

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Van Gaal vertebró una buena salida de la pelota con el capitán y Frank de Boer y el Oporto reculó. Bien plantado en el campo, el Barça imprimió una saludable circulación al juego, abriendo el campo por los extremos, presionando y viviendo de Figo, que se multiplicó en mil hombres, y de un Rivaldo muy motivado. No pasaron ni 20 minutos y el Barça remontó con dos jugadas a balón parado. Antes, eso hubiera provocado cierta mueca, pero ayer el Camp Nou lo celebró como una bendición. Figo volvió a ser clave. Fue derribado cerca del área y el brasileño, de falta, envió el balón a la red gracias a la inestimable ayuda del portero Hilario, que no estuvo muy lucido. Poco después llegaría el segundo. Figo botó un córner y Frank equilibró la balanza de su anterior pifia con un testarazo imparable. Todo le salió bien al Barça. Cuanto más apretó el Oporto -Hesp desvió un balón de falta de Esquerdinha que entraba-, más salieron al contraataque los azulgrana, a los que les bastaban dos o tres pases. Fernando Santos vio que el partido se le iba y cambió al veterano Rui Barros, que sustituía al lesionado Decco y que tenía la misión de frenar a Guardiola y propulsar a Jardel. La fórmula no funcionó. El delantero Domingos dio otro aire al equipo pero perdió, en otro fallo de la zaga azulgrana, una ocasión de oro justo antes del descanso. Kluivert, sin embargo, no falló. Fue una jugada que delató el estado anímico de unos y otros. El holandés suele desperdiciar infinidad de ocasiones así. Ayer, no. Abelardo le envió un pase milimétrico desde la defensa, el ariete se llevó el balón con el empeine y, casi sin ángulo, lo empujó a la red ante la presencia de Jorge Costa y la desesperación de Hilario.

El partido pareció que moría ahí. Tres goles, con un juego notable y con un estadio que se frotaba las manos. Con el marcador resuelto, sólo quedaba ver si llegaría la goleada. O si, como otros días, tocaría sufrir. Porque el Barça se pareció ayer mucho a sí mismo, al equipo que arrastra una filosofia de juego fiel al toque, al balón y de amor al ataque. Muchas veces demoledor delante y muchas veces capaz de cometer los errores más tontos atrás. Los azulgrana no lograron aumentar su crédito -Kluivert envió un balón al palo- y dieron vida al Oporto. No hizo mucho en la segunda parte pero Jardel se acordó de su gol de la primera mitad y lo repitió. También eso se ha visto muchas veces en el Camp Nou. Clayton centró desde la derecha y el brasileño puso la cabeza entre Abelardo y Guardiola superando a Hesp, titular ayer después de que Arnau fuera castigado por sus pecados en el Bernabéu.

Jardel puso ocho minutos de suspense. La emoción nunca falta. Pero ayer no era una noche para aguar la fiesta. Cocu vio solo a Rivaldo, que se rifó a media defensa, portero incluido, y marcó un golazo que confirmó la victoria y llevó al estadio al cielo. El Camp Nou se olvidó ya del partido, sacó el pañuelo y coreó el nombre del brasileño, que pudo meter el quinto. El Barça se colocó ayer líder de su grupo, volvió a golear en Europa, se olvidó de sus penas domésticas y resucitó con estilo y pegada.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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