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Siniestralidad: causas y responsables

La normativa sobre siniestralidad laboral no señala las causas de los accidentes; se limita a determinar las responsabilidades. Pero, ¿nos hemos parado a pensar qué quiere decir "responsabilidad"? Responsable es aquel que responde de lo ocurrido, del accidente en nuestro caso. Por lo tanto, no es, necesariamente, el que lo causa: ése es el causante. El responsable es, simplemente, quien responde de lo causado. Responsable y causante son conceptos distintos que tienden a confundirse.La normativa prevencionista establece con nitidez que el responsable, en el caso de un accidente laboral, es el empresario que será, en consecuencia, quien responda por los daños ocasionados. A la ley le importa evitar los accidentes. Pero una vez ocurridos, no le interesa tanto determinar la causa, como evitar la situación de necesidad o desamparo en la que puede quedar el trabajador accidentado o su familia. Por eso, el legislador se preocupa de señalar quién responde del accidente, es decir, quién va a tener que sufragar las consecuencias económicas del accidente. Y el designado con claridad, y salvo circunstancias muy especiales, es el empresario.

Ahora bien, si es cierto que está claro quién responde del accidente, no lo está tanto el determinar quien o qué lo ha causado. A este respecto, existe una tendencia interesada en identificar responsabilidad con causalidad y a señalar a la empresa como el causante único de todo accidente ya sea por acción o por emisión. Y esto no es así. Las empresas son quienes responden de los accidentes y no necesariamente quienes los causan.

Si lo que realmente nos proponemos es evitar los accidentes, tendremos que concentrar nuestros esfuerzos en las causas y no en las responsabilidades que ya están claras por ley.

Centrados en las causas de los accidentes laborales, entramos ya en un ámbito más oscuro, más complicado. En muchos casos, los accidentes son fruto de medidas de seguridad insuficientes o de formas inadecuadas de organizar el trabajo. Pero en otras muchas ocasiones los accidentes se deben a hábitos de trabajo alejados de cualquier sentido de la seguridad. Y es que, ni en el caso de los empresarios, ni en el caso de los trabajadores, algo tan sutil como es el concepto y la percepción de la seguridad puede encerrarse exclusivamente entre los estrechos márgenes de la normativa. Al final, trabajar seguro es algo que tiene más que ver con la cultura y la sociología que con la norma jurídica.

¿Cuántos de nosotros disponemos de un extintor de fuego en nuestras casas o conocemos si nuestro lavaplatos tiene o no toma de tierra? Es absolutamente ingenuo pensar que aquello que no tenemos incorporado a nuestros hábitos cotidianos vaya a aparecer como por arte de magia en el momento mismo que traspasemos el umbral del centro de trabajo. Por esa razón, atajar las causas de la accidentalidad ni tiene una única solución universal, ni ésta puede ser sólo normativa.

Como problema complejo que es, atajar las causas de la accidentabilidad nos corresponde a todos los agentes intervinientes. Desde luego, a los empresarios que es de quienes depende la empresa y a quienes les corresponde la organización de la misma de forma tal que garantice la seguridad y la salud de los que prestan sus servicios en ella. Cada día más, la eficacia competitiva de una empresa pasa por tres parámetros: calidad, seguridad y respeto ambiental.

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Pero atajar los accidentes de trabajo depende también de los propios trabajadores, y de quienes les representan legalmente, cuyos esfuerzos deben dirigirse, desde luego, a exigir las medidas de seguridad preceptivas, pero también a fomentar tanto su debida utilización cuando se dispone de ellas, como a desarrollar, en términos generales, hábitos de trabajo seguro.

Finalmente, también la Administración debe ser consciente que le toca aplicar una normativa compleja y en buena medida desvinculada de la realidad sociológica del país. Por eso, su labor no puede limitarse a exigir y sancionar, sino que debe orientarse más a colaborar con empresarios y trabajadores e implantar la cultura y la normativa de prevención tanto en formas de organización como en hábitos de trabajo.

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