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La llave del 12-M

J. J. PÉREZ BENLLOCH

Lo dijo Felipe González el domingo pasado en Mislata: el País Valenciano es la llave de las próximas elecciones. Es decir, que de todos nosotros, y del PSPV en particular, depende quién será el titular de la Moncloa. Ahora sólo falta saber qué dictaminan los expertos en la materia, digo de los habituales escudriñadores indígenas de la vísceras comiciales, como son los Vicent Franch, Manuel Martínez Sospedra o Rafael Blasco, entre otros no menos conspícuos. Pero, por lo pronto, el gran líder ha cargado a sus parciales con la misión histórica de abrir o cerrarle la puerta al cambio.

Hemos de suponer que cosas parecidas, por lo estimulantes, se les dirá a todos los auditorios en similares circunstancias, y con mayor motivo a la muy capitiminuida feligresía socialista valenciana, tan desdichada en los últimos tiempos. Es probable que esta dosis de euforia que le ha suministrado el gran líder contribuya a movilizar los ánimos ante la ímproba tarea que se le endosa. Tanto más cuando se ha depositado en buena parte sobre hombros valencianos la responsabilidad de culminar con éxito la campaña. Ciprià Ciscar es su coordinador general y, como acabamos de saber, otro paisano de Carcaixent, Enric Guerrero, ejerce de cerebro áulico de Joaquín Almunia, con quien por cierto ha de estar tan identificado que parece una reproducción clónica del candidato.

De parte del PP tampoco se nos alivia el peso. De este granero electoral tan propicio depende, a su juicio, la segunda legislatura de José María Aznar. Creen que es posible conseguir un par más de escaños, incluso tres, y a tal fin han activado sus recursos humanos y retóricos. Toda la pléyade de secretarios de Estado, diputados y senadores -el llamado poder valenciano en Madrid- se ha puesto el mono de trabajo y anda perorando la misma pastoral: la Comunidad Valenciana es la llave.

Pocas veces habíamos tenido pretextos para sentirnos colectivamente tan decisivos e incluso protagonistas. Estamos por asegurar que ya no tenemos razón alguna para devaluar, como es habitual, nuestra autoestima, durante un par de semanas, al menos. Después del 12-M todo volverá por donde solía. El ganador se atribuirá todo el mérito y echará la llave al rincón del olvido, pues ya no necesitará la lisonja. Y el perdedor, bastante hará con lamerse la derrota. Los valencianos no habremos contribuido a una u otra en mayor ni menor medida que en otras convocatorias, de las que nunca hemos sido clave ni llave, sino estela.

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