Dos candidatos y un elector, mercado
Los hay que compran salazones, los hay que buscan zapatos de oferta, ropa de cama, fruta fresca o algún utensilio de cocina a buen precio. Pero todo para venderse. Si dos mujeres y un pato constituyen el origen del mercado, como dice el refrán, dos candidatos y un elector no son menos. Ayer los candidatos recorrieron los tenderetes para entregar sobres con sus candidaturas, caramelos y globos. Puesto a puesto los candidatos mostraron sus gangas electorales. Los populares y socialistas realizaron el mayor despliegue de la jornada en Castellón y Valencia.José Luis Gimeno, alcalde de Castellón, a quien conocen todos los vendedores ambulantes, arropó a Fernando Villalonga, número dos de la lista al Congreso y otros miembros de la candidatura. Concejales y dirigentes del PP local se repartieron estratégicamente la explanada del mercadillo para abordar al mayor número posible de potenciales votantes.
Villalonga salió del mercado cargado hasta los topes. El secretario de cooperación internacional se llevó cebollas, alcachofas, judías y caracoles.
Francisco Arnau, candidato al Senado por el PSPV, optó por las naranjas para prevenir un resfriado inoportuno. Olga Mulet, número tres de la candidatura socialista al Congreso, acompañó al aspirante al Senado para dar conversación a los vendedores.
Arnau repetía incansable que mientras Telefónica repartía 80.000 millones de pesetas entre los suyos, el Gobierno robaba a unos 2.500 pensionistas castellonenses mil millones de pesetas producto de un error del Instituto Nacional de la Seguridad Social y pretende que los sufridos jubilados reintegren esa cantidad a las arcas estatales.
Las comitivas de populares y socialistas se cruzaron dos veces a lo largo de la mañana, pero todos parecían tener decidido el sentido de su voto.
Las escenas se repitieron en Valencia. Francisco Camps, número uno de la candidatura al Congreso del PP, también pasó la mañana en el mercado, en El Cabanyal. Camps siguió el argumentario de campaña y vendió el nuevo modelo de declaración de la renta. También arremetió contra Felipe González, que estuvo el domingo en Mislata, y aseguró que jamás tuvo en cuenta los intereses de la Comunidad Valenciana cuando ocupó la presidencia del Gobierno.
Carmen Alborch, número dos de la candidatura socialista al Congreso, recibió un vistoso ramo de flores a las puertas del mercado de Russafa, y entre tomates y alcachofas arremetió contra la política de los populares hacia las mujeres. Alborch derrochó sonrisas pero evitó cuidadosamente acercarse a los puestos de lencería del mercadillo.
Todos acuden al mercado porque es un lugar de tránsito que concentra bastante público y que invita al contacto directo con un votante muy definido. Un sector mayoritariamente femenino de la población al que resulta muy difícil acceder de otra manera y que tiene el hábito natural de mirar y comparar antes de comprar.
El mercado se presta al comentario político sobre la cesta de la compra, la renta familiar o los problemas domésticos en un ámbito habitualmente colorido. Es el lugar ideal para darse un baño de masas fácil, con el inestimable concurso del oficio vocinglero de los vendedores. A nadie se le ocurre, sin embargo, hacer campaña a la puerta de un estadio o de un cine.
La visita matinal al mercado permite, además, cubrir un hueco en la sobrecargada agenda de los candidatos. Entre un breve debate radiofónico a primera hora y una rueda de prensa a última hora de la mañana, los candidatos venden gangas. La ansiedad del aspirante se tranquiliza en contacto con los votantes, un ejercicio que permite disfrutar la sensación del deber cumplido.
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