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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Rusia y las libertades

La precaria libertad de prensa en Rusia naufraga por momentos. La guerra de Chechenia ha sido el catalizador de esta caída libre en el país donde la glasnost (transparencia) fue el lema del gran cambio impulsado por Gorbachov en los 80. En la estela de Yeltsin -que ganó la última elección presidencial gracias al apoyo de los magnates que controlan los medios-, Putin está en camino de repetir la operación el mes próximo.La suerte del periodista Andrei Babitski ha disparado definitivamente las alarmas. Babitski, ciudadano ruso, principal testigo para Radio Liberty (emisora de habla rusa y dirección estadounidense) de la ofensiva de Moscú en Chechecnia, desapareció el 16 de enero en la república rebelde, tras su arresto por los servicios especiales (FSB, ex KGB). Sus informaciones sobre el terreno de las atrocidades de sus compatriotas enfurecían a los generales rusos. El Gobierno mantuvo absoluto silencio sobre su suerte hasta el 3 de febrero, cuando aparentemente fue canjeado por varios soldados rusos. Esa fue la versión de Moscú, apoyada en un borroso vídeo ad hoc filmado por un oficial del FSB que mostraba a Babitski siendo entregado a unos enmascarados. Ni su familia, ni su emisora, ni la prensa independiente creen una palabra de la historia. Uno de los jefes chechenos a los que supuestamente fue entregado ha muerto; otro parece no existir. Hasta los soldados liberados serían ficticios.

Putin y su Gobierno han venido manteniendo que se encuentra vivo, en manos de los rebeldes. Esta semana, coincidiendo con la visita del secretario general de la OTAN, que se ha interesado por el tema, el presidente en funciones anunciaba haber pedido a sus servicios especiales "asegurar la vida y la libertad del corresponsal de Radio Liberty". Semejante actitud es posible, entre otros motivos, por el escaso interés que el caso suscita en Rusia, donde ni siquiera ha podido abrirse una investigación parlamentaria. Periodistas independientes denuncian el episodio Babitski como el punto de inflexión en la guerra que el Gobierno viene librando para asegurarse una prensa que sirva a sus intereses en lugar de a los ciudadanos.

El caso es gravísimo como síntoma de la dirección a la que Rusia se dirige bajo su nuevo hombre fuerte. A lo largo de la guerra de Chechenia, el Kremlin ha puesto, con éxito, un obstáculo tras otro a la información veraz. La desaparición de Babitski simplemente ha marcado el epítome de su campaña de intimidación. Putin sabe, naturalmente, que la Rusia de libertades que predica es impensable con unos medios informativos amordazados.

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