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Entrevista:Elecciones 2000

"La derecha nunca habla de valores, sino de dinero"

Miquel Alberola

Cuando irrumpió en el Congreso de los Diputados, como ministra de Cultura del último Gobierno de Felipe González, hizo crujir el hemiciclo y a algunas señorías. Desde su morena abundancia, a menudo pelirroja, aportó nuevos modos, solvencia y buen rollo, lo que la ha convertido, pese a su independencia política, en uno de los valores del PSOE.Pregunta. ¿Cómo se recorre la distancia que va de la hija de María del Sagrado Corazón que usted fue a la activista socialista que es en estos días?

Respuesta. Hay una línea básica que es la preocupación por defender unas convicciones sustentadas en una idea clave: intentar ser un poco mejor y tratar de mejorar tu entorno. La inspiración de pequeña me venía más desde el catolicismo, a través de un compromiso religioso, pero con una vertiente pública, no sólo intimista. Luego, con los años, he ido desarrollando un compromiso con el socialismo, pero también con el feminismo, porque para mí, hoy día son dos ejes inseparables que impulsan una política emancipadora.

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P. ¿El PSOE ha asimilado ese eje?

R. Le diría que sí con total rotundidad. Aparte de que hace muchos años se aprobaron las cuotas de participación, en el último congreso se aprobó la democracia paritaria, que es la aplicación del principio de equidad y paridad en política. Además, se ha hecho un programa electoral interesantísimo en el ámbito de la mujer, porque es producto de mucho contacto y reflexión con las asociaciones de mujeres. La importancia de que las mujeres estemos en política, además de una cuestión de justicia, radica también en que incorpora a la agenda política problemas que siempre se habían pensado como de mujeres, pero que son de la sociedad, y como tales deben ser asumidos, como el cuidado de enfermos o mayores, el índice de natalidad...

P. ¿Qué han significado estos cuatro años de gobierno del PP para la sociedad en general y para la mujer en concreto?

R. Ha sido un momento de paralización, por no decir de retroceso o reacción. Me gusta citar a Susan Faludi, que escribió un estudio interesantísimo sobre cómo el neoconservadurismo en la época de Reagan había afectado de manera reaccionaria a la sociedad norteamericana. Aquí ha tenido poco tiempo, y además estamos inmersos en Europa con unas normas y unas directrices que hay que cumplir, lo que ha ayudado a mantener los organismos para la igualdad de oportunidades y sus planes. Sin embargo, creo que ha faltado convicción, entusiasmo y ambición, con lo que las políticas de igualdad no han hecho que la sociedad progrese en general. El paro de las mujeres ha aumentado y las condiciones de trabajo son peores que antes. Yo hago una llamada al voto de las mujeres, porque el cambio y el progreso siempre las favorece, ya que son las más perjudicadas de la sociedad.

P. ¿Qué modelo de mujer ha impulsado en estos años el PP?

R. José María Aznar ha hablado de la "mujer mujer", pero no sabemos todavía en qué consiste eso. Ellos siguen pensando en una estructura tradicional de la sociedad, que no es precisamente la estructura real. Apuestan por la familia jerarquizada, mientras que nosotros hablamos de familias plurales y respetamos las formas de convivencia que hay ahora en la sociedad. Ellos nos llaman "feministas de salón" y "mujeres cuota" para devaluarnos, pero la política hecha por el PSOE ha producido un efecto de contagio en ellos, que se han visto obligados a incrementar la presencia de las mujeres. Aunque nosotras tenemos la convicción profunda de que llegamos, porque llegamos con todas y nos sentimos parte de una historia que es posible gracias al esfuerzo de muchas y de muchos, y ellos dicen que la que vale llega. Y como sólo llega el 10%, deben creer que sólo vale esa minoría.

P. ¿En qué ha cambiado la política cultural desde que usted dejó el ministerio?

R. No ha habido ningún proyecto nuevo, y se ha producido una devaluación importante de los que estaban en marcha. Los pocos que se han terminado han iniciado su andadura con menos ambición y rigor de lo esperado, como es el caso del Teatro Real, que nosotros habíamos concebido como un grandísimo contenedor cultural, inscrito en los circuitos internacionales y a la vez generador de nuevos públicos. Después, ha habido mucha injerencia política. Se han ralentizado todos los planes de infraestructuras culturales, porque no comparten la convicción de que la cultura es el alimento del espíritu y un factor de democratización. Han hecho una política muy de escaparate, en la que Aznar ha querido tener un protagonismo muy especial. Es bueno que el máximo dirigente de un país piense que la mejor inversión que se puede hacer, después de la salud, es en capital humano, en cultura y educación, para fomentar los valores. Vivimos un momento de una gran complejidad y bastante desorientación, por lo que es muy importante que los valores estén presentes. Pero la derecha no habla nunca de valores, sino de dinero. Cuatro años más del PP en el poder podrían ser muy desintegradores: hay que ganar para desarrollar los valores.

P. En esta campaña, ¿dónde va a poner el acento?

R. En la salud, la educación, la mujer, pero sobre todo en la idea de que la globalización no tiene por qué ser incompatible con la humanización, porque se habla mucho de globalización sin que se hayan corregido las desigualdades en el mundo. El ser humano tiene que ser el centro de la política y el centro del universo. Si perdemos este referente, no sabremos demasiado bien quién manda y quién ejerce el poder, porque es a ellos a quien hay que exigir las responsabilidades. La desorientación y la confusión comportan no sólo crisis de valores, sino la imposabilidad de exigir responsabilidades. Hay que quitarse el fatalismo y el determinismo de encima y ser creativos en política. Hacer política es poner lo mejor de uno mismo en el sitio donde esté para trasformar la sociedad.

P. ¿Se le calienta la boca en campaña?

R. Se me calienta poco. Soy bastante reflexiva, y me gusta hacer reflexiones cerca de la gente, con un lenguaje próximo, porque ahora percibo que la gente necesita respirar más que nunca. Se ha dado cuenta de cómo es realmente la política del Partido Popular: amiguismo, injerencia e interferencia.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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