Llega el relevo en el imperio Dassault
Serge Dassault, el último aviadordueño de una gran
compañía aeroespacial, se retira
al cumplir los 75 años
Serge Dassault, el único de los grandes constructores aeronáuticos que reúne los títulos de propietario y patrón, anunció ayer que dejará la presidencia del imperio Dassault el próximo 4 de abril, fecha de su 75 cumpleaños. Curiosamente, tratándose de un hombre que tuvo que luchar para suceder a su padre, Marcel Dassault, padre de los Mirage, el puesto no será ocupado por ninguno de sus hijos, sino por Charles Edelstenne, vicepresidente del grupo para asuntos financieros y presidente ya de Dassault Systèmes. El relevo a la cabeza del que fue el indiscutible campeón francés de la aeronáutica militar se produce en un momento en el que Dassault debe definir su relación con el gran grupo europeo en gestación, EADS, integrado por las compañías Aérospatiale Matra, Dasa y la española CASA.
Los sucesivos intentos de Serge Dassault, amigo desde hace 30 años del hoy presidente de la República, Jacques Chirac, de recuperar el 45,78% del capital de la compañía controlada hoy por Aérospatiale no han dado hasta ahora resultado alguno. Aérospatiale se niega a vender una sola de sus acciones porque lo que pretende es, por el contrario, incorporar a Dassault y a sus modelos de avión Mirage, Rafale y Falcon al polo europeo.
Palabra cumplida
Aunque los 75 años pueden ser considerados como una edad poco temprana para la jubilación, Serge Dassault ha cumplido su palabra de retirarse antes de cuando lo hizo su padre.
El heredero del imperio fundado por el legendario Marcel Dassault ocupó la presidencia del grupo a los 61 años, la edad en la que muchos patrones preparan su sucesión, después de tres largas décadas a la sombra y frente a los malos vientos del fundador de la dinastía.
Tímido, pero tenaz, según sus biógrafos, simpático pero sin carisma, Serge Dassault tuvo que luchar contra la resistencia de su padre a dejar un cargo que ocupó hasta poco antes de su muerte, a la avanzada edad de 94 años.
Educado en la Politécnica, ingeniero como lo fue su padre, el sempiterno heredero Dassault se se fijó como objetivo mantener el imperio familiar libre de servidumbres pesadas, pero no pudo escapar a las exigencias del concubinato forzoso con el Estado francés, mayoritario en derechos de votos, minoritario en el capital de la sociedad y cliente primero de la compañía aeronáutica.
De la mano, precisamente, de su amigo Jacques Chirac, la familia Dassault terminó capitulando ante las presiones dirigidas a la fusión con Aérospatiale, fase primera de la creación del polo francés aeronáutico.
El avión Rafale, un modelo muy caro, precursor en su época, pero hoy discutido, es una herencia que seguramente Serge Dassault no ha agradecido.
La modificación sustancial del panorama geoestratégico provocada por la caída del muro de Berlín en el año 1989 pilló de improviso al constructor francés, obligado hoy a replantearse sus modelos de aviones y sus alianzas empresariales.
De talante conservador, Serge Dassault se propuso hacerse con la alcaldía de la ciudad de Corbeil-Essanne, que llevaba 30 años en manos del Partido Comunista Francés.
Después de haber sido elegido concejal por el RPR, gaullista en 1984, el dueño del imperio Dassault logró hacerse con la alcaldía en 1995. "No han votado por el RPR, han votado por el hombre que necesitaban", declaró entonces.
Su estreno no fue precisamente apoteósico. El tribunal de Policía de Rambouillet le juzgó y condenó por haber organizado una montería con vehículos todo terreno en una finca de 500 hectáreas en la que disponía de un largo centenar de jabalíes.
Cárcel
No es el único caso en el que tuvo que vérselas con la justicia. En diciembre del pasado año, un tribunal belga le condenó a dos años de cárcel, que no cumplió al carecer de antecedentes penales, por haber sobornado a una serie de políticos de ese país europeo, entre los que se encontraba el antiguo secretario general de la OTAN, el belga Willy Claes.
Aunque su fortuna es inmensa y no hunde las raíces de su crecimiento sólo en la industria aerospacial, la que le ha dado la fama, Serge Dassault no es un hombre mundano ni hace ostentación de su condición de hombre poderoso.
Sus aficiones son relativamente sencillas para las posibilidades que se le suponen: practica dos deportes, el golf y la caza. Al parecer no es sofisticado a las inclinaciones intelectuales. Nada de libros, de cine o de teatro.
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