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El último niño prodigio

El australiano Ian Thorpe, con sólo 17 años, es el gran fenómeno mundial

Mide 1,95 metros y pesa 96 kilos. Pero aún puede estar creciendo. Tiene sólo 17 años. Nació en Paddington, Sydney, la ciudad en la que vive, el 13 de octubre de 1982. Fue en el otro lado del mundo, apenas unos meses después de aquel Mundial de España, de tan mal recuerdo para el fútbol nacional, pese a su buena organización. Ni siquiera su país jugó representando a Oceanía, porque lo hizo Nueva Zelanda. Los antípodas son más de rugby y Australia, el suyo, también de natación. Y él, dentro de la pléyade de estrellas de las piscinas que han surgido en los últimos años tras una larga travesía por el dominio estadounidense, ruso o alemán, es el que más reluce. Se llama Ian Thorpe y lleva camino de dejar pálidas a figuras como su compatriota Michael Klim o el holandés Pieter van den Hoogenband, las últimas flechas de la velocidad ya por encima del ruso Alexander Popov. Thorpe es imbatible en los 200 y 400 libres, pero hace incursiones desde los 100 y quiere llegar a los 1.500. A todo el crawl. Algo sensacional, sobre todo con 17 años, cinco menos que Klim (1,91 y 81 kilos) y que van den Hoogenband (1,93 y 79), y ¡11! que Popov (2 y 90). Ningún nadador en la historia ha ganado tanto y ha nadado tan rápido con su juventud. Ni ha atesorado una técnica y una potencia tan enormes.Thorpe produjo el primer asombro al lograr con 15 años el título de 400 libres en los Mundiales de Perth 98. Se convirtió así en el ganador más joven de la historia sólo siete años después de empezar a nadar para imitar a su hermana Cristina. Ian estaba cansado de verla competir desde las gradas y quiso imitarla. Después, siempre ha dicho que la influencia familiar ha sido clave.

El título fue el anuncio de una carrera imparable que trae inevitablemente al recuerdo viejos nombres gloriosos como Murray Rose, Michael Wenden o John Konrads. Thorpe es el último boy wonder, niño prodigio. Tras el título mundial de 1998, al año siguiente no sólo rebajó el récord mundial de los 400 hasta 3.41.83 minutos, sino que batió la plusmarca de 200 dejándola en una barrera formidable: 1.46.00. 1999 fue excepcional para él: cuatro récords mundiales (pues el de 200 lo batió dos veces, también en piscina corta, de 25 metros, con 1.43.28) y además colaboró en el de relevos 4 x 200 de su país (7.08.79). Thorpe es un experto en batir las plusmarcas a pares. Este año lo ha repetido ya en la distancia corta.

El niño se rompió un tobillo hace unos meses y para no perder la forma llegó a entrenarse con escayola. Los Juegos Olímpicos deben ser su consagración definitiva y no quiere dejar pasar la gloria en su propia casa. Por ello, a primeros de enero, volvió a las pruebas del circuito mundial en piscina corta justamente en su ecuador. Empezó en Hobart y repitió cinco triunfos en 200 y 400 libres. Siempre imbatible. En Sydney se permitió batir otra vez su récord mundial del doble hectómetro, con 1.42.54 y ya en Europa, tras calentar motores en Sheffield, hizo un alarde más en Berlín rebajando la plusmarca en 1.44 segundos, un mundo, hasta unos supersónicos 1.41.10. Después, se relajó en Italia, sin duda afectado por las acusaciones que se le han hecho ya de dopaje, pero que ha negado rotundamente y por la protesta al ser sólo la policía la que vigilaba los precintos de los frascos en el control de Berlín.

Thorpe, en cualquier caso, ha pasado como una exhalación por Europa y ahora se perderá en un sitio tranquilo y apartado, según su entrenador, hasta mediados de mayo, cuando se disputen las selecciones olímpicas australianas ya en la piscina grande de 50 metros. Allí tendrá su trampolìn de lanzamiento para llegar en las mejores condiciones a la cita cumbre de septiembre, en Sydney. Entonces podrá subir su gloria aún más que en 1999.

Admira como ejemplo del héroe australiano a Kieren Perkins, campeón olímpico en Atlanta 96 de 1.500 libres, su prueba reto. Y a otras leyendas del deporte como Michael Jordan, Carl Lewis o Mark Spitz. Quizá nadie le ha contado sobre Jim Thorpe, el indio estadounidense que fue el atleta más completo del mundo a principios de siglo y también el más famoso por su descalificación al ser acusado de profesional. Pero los orígenes de Ian son puros sajones. Y es aún joven, muy joven.

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