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El Deportivo sucumbe a la ley de Los Pajaritos El líder reclama un gol de cabeza válido de Songo'o en el último minuto

Xosé Hermida

NUMANCIA 1-DEPORTIVO 0Numancia: Urroz; Jaume, Muñiz, Soria, Octavio; Iñaki (Belsúe, m.80), Nagore, Pacheta, Castaño; Barbu (Rivera, m. 56) y Ojeda (Delgado, m. 90)

Deportivo: Songo'o; Manuel Pablo, Donato, Schurrer, Romero; Jaime (Turu Flores m. 60), Mauro Silva; Víctor (Flavio m. 77), Djalminha, Fran (Pauleta m. 57); y Makaay.

Gol: 1-0. M. 54. Falta junto al vértice izquierdo del área del Deportivo, Barbu saca con la zurda y metiendo una rosca al palo contrario, donde entra Pacheta para marcar de cabeza.

Árbitro: Miguel Ángel Pérez Lasa, perteneciente al colegio guipúzcoano. Enseñó cartulina amarilla a Soria, Castaño y Octavio, del Numancia, y a Jaime, por parte del Deportivo. En el último minuto anuló un gol a Songo'o, que acudió a rematar un córner, por considerar que hizo falta a un defensa del Numancia.

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De poco le sirvió al Deportivo adecentar la pobre imagen de sus últimos desplazamientos, porque el Numancia y Los Pajaritos volvieron a dictar su ley. Tampoco el líder logró abordar la fortaleza soriana, donde un grupo de futbolistas de escaso nombre pero repletos de entusiasmo están escribiendo una las escasas páginas épicas de esta Liga tan entregada al metal. Frente al incansable despliegue físico del Numancia, el Deportivo mostró algo más de entereza que en sus últimas visitas, pero acabó sucumbiendo como tantos otros. Cada vez que abandona su estadio, el Deportivo parece jugar cuesta arriba, de tanto que sufre para alcanzar el área contraria. Anoche, al menos, lo intentó con más intensidad, sobre todo en un final angustioso y rocambolesco: en el último minuto, el árbitro anuló injustamente un gol logrado por el meta Songo'o, quien había acudido a rematar un córner. No necesitó mucho tiempo el Deportivo para comprender por qué Los Pajaritos se ha convertido en un recinto tan hosco a los visitantes.

Aunque estaban bien advertidos, los gallegos quedaron emparedados por la infatigable presión del Numancia, que durante veinte minutos tuvo al líder persiguiendo desesperadamente el balón. Equipos como el Numancia reconcilian al público con la idea más noble y romántica del fútbol. Desde un punto de vista estrictamente académico, el juego del Numancia resulta tosco, casi primitivo. Los chicos de Goikoetxea se dejan el alma corriendo sin parar e incordiando al contrario hasta hacerle perder la compostura. Cuando cogen el balón, lo último que se puede esperar de ellos es una sutileza. Ese fútbol directo e infatigable despide el ruido de una perforadora atravesando el granito y queda retratado en la mole de Ojeda, su gigantesco delantero centro. Pero por muchos reparos estéticos que se puedan poner a su fútbol, el Numancia contagia al espectador por su entusiasmo, por esa actitud de proletario que asume sin complejos su condición y no se encoge ante nadie en su afán de sobrevivir.

La propuesta del Numancia, favorecida por la estrechez de su campo y la proximidad del público, bajó de inmediato al Deportivo de la nube de gloria en que se había encaramado tras la goleada al Madrid. El líder tenía anoche otra clase de examen, que medía más su carácter, su disposición a la batalla, que la calidad futbolística. Durante 20 minutos, el Deportivo no rehuyó el choque, pero se ahogó entre la piscina de sudor que iba derramando el Numancia.

Cada jugador blanquiazul que recibía un balón tenía siempre encima a tres contrarios que le asediaban sin tregua. Así, con pelotas robadas y desplazamientos largos, el Numancia fue asustando a su visitante. Ya avisó en el segundo minuto, con un tiro cruzado de Barbu que desvió la punta de los dedos de Songo'o. Al cuarto de hora, fue Ojeda el que enganchó un remate dentro del área que volvió a mostrar al líder la cara del peligro en Los Pajaritos.

El Deportivo necesitó ver de cerca la posibilidad del gol para meterse en el partido. La ocasión llegó mediada la primera parte, en un excelente pase de Víctor a Makaay, quien se topó con la inesperada solvencia del debutante Urroz, magnífico toda la noche. La jugada fue el aldabonazo que despertó al Depor. A partir de ese momento, el líder se sintió seguro para manejar el balón, tomó las riendas del juego y dio la impresión de poder ganar el partido. Y apareció Djalminha, extraviado hasta entonces. Con la moral reforzada por la repercusión de su partido ante el Madrid, el brasileño dirigió todas las maniobras y brilló en su faceta de pasador, una cualidad que a veces olvida en favor de otro tipo de exhibicionismos.

Pero la recuperación del Deportivo se cortó bruscamente al inicio de la segunda parte. El Numancia golpeó con una de sus armas favoritas, uno de esos recursos que debe saber explotar un equipo de virtudes tan limitadas por el talonario. En una falta, Barbu metió una rosca al palo contrario, donde entró Pacheta, mucho más atento que la defensa, para conseguir su sexto gol de cabeza en esta temporada. La ventaja en el marcador se convirtió en un tesoro para el Numancia, que poco a poco fue reculando hasta acabar el partido amontonado en su área. Irureta puso en el campo a Turu Flores y Pauleta y acabó jugando con todos sus delanteros. Pero el Deportivo se estrelló ante un equipo siempre atento a su trabajo y, en el último minuto, también ante el árbitro, que arrebató a Songo'o un memorable gol de cabeza.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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