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Desparpajo

LUIS DANIEL IZPIZUA

Le agradezco a Javier Arteta el piropo que me dedica y con el que titulo la página. Y le invito a que no sea tan precavido al referirse a los comentaristas de la realidad vasca "más o menos improvisados". En mi caso, le aclararé que soy absolutamente improvisado. Y que reivindico esa condición. No soy un analista político; recojo, transmito sensaciones. Mis artículos no dejan de ser un diálogo conmigo mismo y con mi entorno, y escribo siempre en caída libre. Y le pido disculpas por utilizar mi columna para responderle, pero se me ha ido la mano.

Lo que ya me resulta más difícil de entender es que Javier Arteta caiga en esa práctica tan común, y tan de malleum maleficorum, de hablar siempre de iglesia a iglesia. Sinceramente, lo escrito por mí está escrito por mí, y si el señor Arteta desea corregirme algo, enderécemelo, en lugar de ponerme en cuarentena afiliándome a no sé qué club maldito. No se tratará de un argumento ad hominem, pero tiene todos los visos de tratarse de un argumento ad demonium, por más que a ese cornudo me lo vuelva torero. Javier Arteta se limita a decir "sí" donde yo he dicho "no", y para justificar el cambio se dedica a hacerme dar, en ovillo con otros, el salto del tigre con Carlos Iturgaiz. Para ir del no al sí, cama redonda. ¡Pornistóteles!

Y se equivoca el señor Arteta. No sé quiénes son esos a los que se refiere como "comentaristas de la realidad vasca (¿todavía de izquierdas?) tan súbitamente enamorados de la derecha, que no conciben algo distinto al nacionalismo que no vaya de la mano del PP". Siempre cabe la posibilidad de que lo que uno escribe esté expuesto a diversas interpretaciones, pero yo en mi artículo no le pedía al PSE que fuera de la mano del PP. Le pedía que se convirtiera en una alternativa de gobierno, que disipara esa sospecha muy extendida de que su única ambición reside en compartir debilidad con el PNV. Y le advertía de ciertos riesgos, riesgos reales: el PSE ha pasado en las últimas elecciones de ser la segunda fuerza vasca a ser la cuarta. Pero hay políticos a los que se les nubla la vista en cuanto leen la más mínima crítica a su partido.

Ahora, Javier Arteta me asegura que "el PSE sí ofrece una alternativa seria y razonable al nacionalismo gobernante". Y yo me alegro, pero para convencerme de ello me gustaría que me presentara algo más que cuestiones de estilo, de estilo de hacer oposición "seria y constructiva". Y no sólo me gustaría a mí, sino que se lo agradecerían también algunos militantes de su partido. Fue una conversación mantenida con unos militantes socialistas la que me llevó precisamente a decir lo que dije. Esas son mis fuentes, ya ve. Este país puede estar harto de controversias imbéciles, y me parece bien que se denuncien y se planteen controversias sensatas. Pero conviene que ese mensaje se nos diga en voz alta, y que no se lo arrincone a las primeras de cambio por razones de ...¿oportunidad?

No basta con invocar al hábito para conservar la clientela. ¿Todavía de izquierdas?, le pregunta Javier Arteta a ese colectivo al que parece adscribirme. No soy de los que opinan que no hay tal cosa como izquierdas y derechas, aunque sí estoy convencido de que el corpus ideológico de unas y otras tendrá que reescribirse en los próximos años. También estoy convencido de que empieza a ser un espejismo pensar que haya votantes de izquierdas o de derechas. Las enormes fluctuaciones en el voto en las últimas elecciones europeas me llevan a pensar que hay cada vez más votantes a secas. Y que muchos de ellos tienen una fácil tendencia a dejarse seducir por populismos demagógicos. La crisis ideológica está arrastrando con ella la crisis democrática, y no creo que la mirada al pasado consiga arreglar las cosas. Naturalmente, serán los partidos los que tengan que restablecer la confianza democrática reelaborando los referentes oportunos. Y disipando dudas, como la que le puede asaltar a un votante que se pregunte qué ocurriría con un PSOE que necesitara pactar con el PNV para gobernar España. Teniendo en cuenta el pacto férreo que mantiene este partido con EH, la salvaje victimización de que está siendo objeto la militancia vasca, y el incierto horizonte político que se nos ha trazado, la preocupación no es gratuita. Responderla, señor Arteta, tal vez sea más importante que vestir santos.

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