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LAS CLAVES DE LA SEMANAFLORA Y FAUNA URBANAS

Debates en TV y sin ortopedia

No es necesario ser un observador avezado para percibir que Ciprià Ciscar, el candidato socialista por Valencia al Congreso, está en la sazón de su evolución política. La madurez, al contrario de lo que suele ocurrir, le ha insuflado una notable dosis de frescura, amén de no mermarle un ápice su capacidad resolutiva para administrar las crisis partidarias que le vienen servidas o él mismo provoca. Los aires del Guadarrama y las maniobras orquestales de la Corte le han sentado de maravilla. Quizá un día deba celebrar la oportunidad de su destierro y agradecerle el favor a quienes le expidieron a Madrid, donde ha cursado un master de alta y baja política.Creo que sus adversarios, tanto como sus feligreses, han de admitir este cambio, so pena de encastillarse en los prejuicios y las simplezas. Si acaso, podría apuntarse una reserva, y es la referente a sus progresos retóricos. Nos consta su habilidad y experiencia para abrumar al personal mediante peroratas que, aún dichas con vehemencia y ánimo persuasivo, se quedan en humo y nada, por no aludir a la cara de bobo que se le pone al oyente. Esta aptitud, como es sabido por la grey mediática, alcanza en Ciprià calidades de virtuoso. Pero seguramente ya no es avío adecuado ni bastante para los propósitos -ganar las elecciones y la Generalitat, en su día- que alientan al candidato.

Tanto más si enfrente, y como antagonista, va a tener un pico de oro, como es Francisco Camps, cabeza de la lista popular, orador avezado y no ventrílocuo, que aseguran las malas lenguas. Camps tiene o se atribuye el don de la palabra, lo que no es sinónimo de discurso, que eso está por ver. Y tiene, asimismo, no se sabe si como ventaja o servidumbre, la larga sombra del presidente Zaplana. Esto es, que al parecer posee los mimbres de un político con hechuras de líder, al decir de sus parciales, pero ha de pasar por la prueba del nueve, convalidando sus dotes en la tribuna y en la calle desembarazado de tutelas, como la del Molt Honorable. La zarabanda electoral que ya se acentúa le va a propiciar no pocas ocasiones para darnos la talla de sus talentos.

Lo cual nos aboca a señalar la conveniencia de que ambos candidatos despejen nuestras dudas de electores mediante un debate como Dios manda, cara a cara y ante las cámaras de TV, sin otras limitaciones que las impuestas por la cortesía a fin de que la esgrima dialéctica no degenere en riña de gallos. Por lo demás, ancha es Castilla y que cada cual use como sepa sus recursos, que obviamente no han de ser únicamente verbales, sino también, y principalmente, han de estar trufados de mensajes e ideas. Que sea la TV pública o la privada, eso es irrelevante. Lo decisivo es que se ampare una confrontación de programas y de respuestas a los problemas.

Nos consta cuán complejo y problemático es este trance para los asesores de comunicación e imagen que instruyen a los candidatos y nos venden la cabra. Saben que una victoria ante la pequeña pantalla, siquiera a los puntos, se traduce en un cardumen de votos. Y, por lo mismo, un fallo es un tropiezo acaso irreversible. De ahí las mil cautelas y condiciones que acaban convirtiendo lo que habría de ser una disputa viva -y ordenada- en un paripe ortopédico e inútil. Por eso es el momento de salir al paso, en estas vísperas electorales, y apelar a los candidatos para que se dejen de remilgos y se apresten a sustanciar en un plató, o en varios sucesivamente, sus diferencias políticas. El primero que lance el órdago ya tiene ganado la mitad del desafío.

Quizá resulte gratuito agregar que tanto Camps como Ciscar, por distintos motivos, andan necesitados de vérselas en estas justas televisivas. Ambos vienen obligados a jugar fuerte para mejorar la cosecha de votos y subirse a la cresta del éxito personal. Ambos son ambiciosos y miran más allá del escaño. El uno y el otro miran de gobernarnos. El ciudadano de a pie tiene derecho a verlos juntos y confrontados para cerner el trigo de la paja.

No cuentan con Noguera

Diríase que el PSPV anda sobrado de mimbres personales para afrontar la campaña electoral cuando se permite prescindir o marginar con infausta descortesía a su portavoz en el Ayuntamiento de Valencia, Ana Noguera. Y lo grave es que ni anda sobrado, sino todo lo contrario, ni se comprende el injustificado despego con que ha sido tratada la edil, que hoy por hoy es uno de sus valores más sólidos y prometedores. Cabe imaginar que el apartamiento se deba a un exceso de oficiosidad por parte de algún jefecillo de la gestora que ha querido pasarle factura a la concejal por las críticas que oportunamente formulara ésta en los órganos de dirección a quienes rigen el PSOE. De ser así, el jefecillo no le ha hecho ningún favor a Ciprià Ciscar, responsable último -quiera que no- de tal disparate, ni a los socialistas valencianos, tan huérfanos de personalidades con valor y lealtad probada, aunque sea desde la discrepancia. Al parecer, se confirma la deseada renovación: ahora manda otros, pero son más necios.

El Síndic escurre el bulto

Luis Fernando Saura, nuestro Síndic de Greuges, es un caballero con ínfulas liberales y tiempos hubo en que defendió su ideario desde las tribunas periodísticas. Pero aquellos lances quedan muy lejos y los ímpetus de otrora han cedido al peso de las responsabilidades institucionales. De otro modo, estamos seguros de que este jurista y antiguo liberal no hubiese escurrido el bulto cuando se le ha instado a que se pronunciara acerca de la presunta pluralidad y objetividad de los informativos de Canal 9. El hombre ha preferido escudarse tras una batería de formalismos para soslayar el compromiso de dictaminar si se ajustan a la verdad las denuncias formuladas por el comité de redacción de TVV. El Síndic de Greuges ha venido a decir que no es cosa suya, que ya se ocupan del asunto una comisión de las Cortes Valencianas y el mismo consejo de administración del ente. Quedamos enterados. Enterados de que se ha pasado con armas y bagajes al poder establecido, al que le debe el cargo y el no haberlo perdido.

Alicia de Miguel

Alicia de Miguel, portavoz del Consell, no midió bien sus palabras cuando afirmó que algunos funcionarios paralizan la acción del Gobierno valenciano. La portavoz debió prever la respuesta y, sobre todo, pensar que estas andanadas genéricas, aunque tengan su fundamento, necesitan ser probadas, o ilustradas con hechos concretos. Confiemos en que todo se limite a un rifirrafe.

Diego Macià,

alcalde de la ciudad de Elche y presidente de la comisión gestora del PSPV-PSOE, afronta dos enojosos problemas. De un lado, Macià tendrá que explicar en qué circunstancias se ha efectuado una permuta de terrenos municipales y, de otro, convendría que clarificase qué alarmantes relaciones mantienen algunos ayuntamientos socialistas con la empresa Personas y Sistemas. Nene, caca.

Julio de España

Julio de España, presidente del PP de Alicante, se ha sumado a la cucaña que patrocina su partido y que consiste en formular la tontería más delirante acerca del pacto de la izquierda. Y no ha desaprovechado su turno al comparar el dicho pacto con los regímenes comunistas del Este. Muy bueno lo suyo. Se nota que suple con temeridad sus pocas lecturas. Estamos seguros de que, si se lo propone, y en ello está, puede mejorar este dislate y encabezar la clasificación.

Társilo Piles,

ex presidente provincial de Unión Valenciana (UV), ha decidido abandonar el partido que contribuyó a fundar. Está por saber si lo ha querido o le han empujado a dar el portazo por forzarle a beber la cicuta de compañías indeseables. Ahora las apuestas giran en torno a su próxima peripecia política, inevitable en un animal político, como él es.

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