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Kenia amenaza con retener a sus mejores atletas este verano

En Sydney no ocurrirá lo que en Sevilla, es el lema del atletismo keniano, es el compromiso de Kipchoge Keino, histórico atleta en su tiempo, presidente del Comité Olímpico de Kenia ahora. Su evaluación de los resultados del Mundial de Sevilla fue sencilla. Sólo necesitó una palabra: catastrófica. Su diagnóstico, también sencillo: los atletas llegaron quemados, agotados, debido a que se habían saturado compitiendo en las alimenticias y rentables reuniones previas al Mundial. Su tratamiento antes de los Juegos de Sydney, tajante: Keino ha decidido prohibir a los mejores atletas kenianos participar en las reuniones atléticas de este verano (incluidas las de la Golden League). En su lugar, un régimen espartano, y sin recompensa económica: seis semanas de entrenamiento en altura.El conflicto está anunciado. Una reunión el próximo día 19 en Nairobi es la última oportunidad que tienen la IAAF (federación internacional), los agentes, los organizadores y los patrocinadores para evitar la catástrofe.

Hubo un tiempo, no muy lejano, en que los atletas kenianos ganaban todas, o casi todas, las medallas de medio fondo y fondo masculino en Mundiales y Juegos Olímpicos. Hubo un año y un campeonato, 1991 y el Mundial de Tokio, en el que el atletismo keniano rozó el pleno. Oro en los 800 (Konchellah), plata en los 1.500 (Kirochi), oro en los 5.000 (Ondieki), oro en los 10.000 (Tanui), oro en los 3.000 obstáculos (Kiptanui). Pero después las cosas cambiaron. Por un lado, los norteafricanos (marroquís y argelinos) empezaron a coquetear con las largas distancias. El monopolio comenzó a resquebrajarse. Por otro lado, en Etiopía, el rival menos querido por Kenia, surgió un atleta maravilloso, tocado por los dioses casi: Haile Gebrselassie. El monopolio desapareció.

En los Mundiales de Sevilla, la competición que ha disparado la asunción de medidas drásticas, el atletismo keniano masculino sólo alcanzó un oro. Fue en los 3.000 obstáculos, la prueba en la que nunca han encontrado competidores. Los 800 fueron para Wilson Kipketer, sí, nacido keniano, pero nacionalizado danés; los 1.500 para el marroquí El Guerruj (con plata para el keniano Ngeny); en 5.000 Kenia perdió el oro por primera vez desde Roma 87 y se lo entregó al marroquí Hisú, y en los 10.000 el increíble Gebrselassie consiguió su cuarto oro consecutivo (Tergat fue plata, de todas maneras).

Esta situación también se refleja en la tabla de récords mundiales. Mientras en el atletismo júnior, todas las distancias entre 800 y 10.000 metros pertenecen a atletas kenianos (récords mundiales en 800, 1.000, 1.500, milla, 3.000, 3.000 obstáculos, 5.000 y 10.000 metros), en categoría absoluta, el atletismo keniano se tiene que conformar con sólo cuatro, y no los más prestigiosos: los 1.000 metros (Ngeny), los 3.000 (Komen), los 3.000 obstáculos (Barmasai) y la media maratón (Tergat). Mientras, Gebrselassie tiene los de 5.000 y 10.000, y Marruecos tiene otros cuatro: tres el inmenso El Guerruj (1.500, milla y 2.000) y uno Januchi (maratón).

Aunque la mayoría de los atletas se entrenan regularmente en Europa y sólo acuden a Kenia para participar en las pruebas de selección, no por ello pueden participar en las competiciones que desean, ni siquiera viajar al extranjero, sin el permiso de su federación.

El programa de atletismo en los Juegos de Sydney se desarrollará entre el 22 de septiembre y el 1 de octubre, con lo que la mayoría de las reuniones se celebrarán en la primera quincena de septiembre. Así, si a los atletas kenianos se les obliga a quedarse en su sabana, no podrán participar en Zúrich, Mónaco, Colonia, Bruselas y Berlín, ni tampoco en gran parte de las reuniones del Grand Prix.

Las pérdidas económicas para los atletas, que no tienen otra vía de ingresos (Kenia, un país pobre, no puede poner en marcha planes ADO, como España), pueden ser enormes. También lo perderán sus representantes, los grandes responsables, según Keino, de que los deportistas antepongan el dinero a la gloria. "¿Qué es más importante? ¿La Golden League o los Juegos Olímpicos? Alguien tenía que decidir", explica Keino.

"Sí, lo entiendo", dice Jos Hermens, representante de Gebrselassie y de muchos kenianos. "Pero los atletas también tienen que ganar dinero. ¿Les va a pagar la federación por no correr?"

Paul Tergat, uno de los más destacados kenianos, prefiere ser pragmático. "No creo que nos prohíban todas las reuniones. Saben que tenemos que correr la Golden League para ver cómo estamos en relación a nuestros rivales".

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