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La Audiencia Nacional archiva el 'caso Transworld' al no apreciar delito

La Audiencia Nacional ha archivado la causa que investigaba la actuación de la firma Transworld Financial Services por considerar que las operaciones realizadas por esta entidad no eran constitutivas de delito. La decisión del magistrado Manuel García-Castellón se produce pese a que la Comisión de Valores (CNMV) impuso a esta sociedad, el pasado mes de noviembre, una multa de 19.686 millones de pesetas, la mayor de su historia, por recibir órdenes de los inversores y gestionar sus carteras de valores sin estar autorizada.

Según el expediente de sanción de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, Transworld realizó actividades reservadas a las empresas de servicios de inversión, como tramitar órdenes de inversores y gestionar carteras de clientes sin la preceptiva autorización y sin figurar en los registros correspondientes. Además de los 19.686 millones de pesetas que debe pagar Transworld, también fueron sancionados, con 50 millones de pesetas cada uno, el administrador único de la entidad, Thomas Friedrich Blinne, y su apoderado, Alejandro Jimena Cabezas.

Transworld y su administrador ya fueron sancionados en 1996, a instancias de la CNMV y del Ministerio de Economía, por cometer una infracción muy grave, con multas de 308,5 y 50 millones de pesetas, respectivamente. Como en la mayoría de los denominados chiringuitos financieros, Transworld Financial Services ofrecía a sus clientes altas rentabilidades y les cobraba elevadas comisiones, que en este caso ascendían al 40% del importe inicial, y, además, por cada transacción debían abonar otros 65 dólares adicionales (unas 11.000 pesetas).

Investigación

En la investigación policial que se llevó a cabo sobre la sociedad se determinó -y así consta en el informe que fue remitido al juez- que la actividad de Transworld, que se creó en mayo de 1993 con un capital de 500.000 pesetas, "nunca se ha correspondido con lo especificado en su objeto social". Asimismo, en el informe policial se indicaba que, desde su creación, la actividad de la compañía se centró en la captación de clientes que aportaran capitales destinados a la inversión en opciones y futuros financieros en mercados internacionales, principalmente Estados Unidos.

Las altas comisiones que se pagaban a la sociedad investigada (hasta el 50% de la inversión) por su gestión hicieron pensar a los investigadores que la empresa pudo manejar dinero negro en sus operaciones. La compañía prometía a los inversores revalorizaciones del 100% del capital aportado.

El número de clientes que operaron a través de la sociedad pudo superar los 4.000, según determinaron los investigadores que en su momento interrogaron a los responsables de la compañía, con aportaciones medias de unos dos millones de pesetas.

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