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La aportación de las rentas del trabajo al IRPF se ha elevado al 83,51% con el actual Gobierno

El impuesto sobre la renta, el más general y el que mayor aportación hace a las arcas del Estado, se nutre cada vez más de los salarios y menos de las rentas empresariales y del capital. En el ejercicio de 1998 (declaración en 1999), las rentas del trabajo supusieron un 83,51% del total declarado, 2,7 puntos más que en 1996, el primer año con el Gobierno del PP. Durante esta etapa, el tipo efectivo medio (el porcentaje de los ingresos que finalmente se paga) se elevó al 15,58%, algo por encima de 1996. Por tramos de renta, han resultado más gravadas las superiores a cinco millones.

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Desde que Juan Costa es secretario de Estado de Hacienda, únicamente se han publicado completos los resultados del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) de 1996 (declarados en 1997). A partir de esa fecha, la evolución del IRPF, que declaran 15 millones de contribuyentes y supone casi la mitad de los ingresos del Estado, se ha mantenido en secreto. Los informes internos del Departamento de Informática de la Agencia Tributaria, a los que ha tenido acceso este periódico, revelan que la gestión del IRPF durante el Gobierno del PP ha supuesto un mayor desequilibrio en el reparto de la carga fiscal y un aumento de la cantidad que se queda Hacienda.Menos control

Hasta el pasado ejercicio, la ley del IRPF vigente ha sido la aprobada durante el Gobierno del PSOE en 1991. A pesar de que el PP gobierna desde 1996 y de los constantes cambios introducidos en otras áreas del sistema tributario, la reforma del IRPF se ha dejado para el último año de legislatura. A expensas de ver los efectos de esa reforma -cuando se presente a mediados del año en curso la declaración correspondiente a 1999-, la realidad hasta entonces es que el IRPF se ha caracterizado, todavía más, por ser un impuesto sobre las nóminas. En el ejercicio de 1998 (declaración presentada en 1999), de cada 100 pesetas declaradas, 83,51 provenían de las rentas del trabajo.

Este porcentaje supera al de 1996 (80,81%) y revela que la capacidad de Hacienda para gravar otras rentas con más posibilidades de escapar a su control ha disminuido en estos años. También ha aumentado, aunque menos, lo declarado por rentas profesionales (del 3,41% al 3,70%), pero han bajado las de empresarios (del 8,56% al 18,22%) y, especialmente, las del capital mobiliario (del 6,92% al 3,70%). Aún no están desglosados los datos de 1998, pero en 1997 los ingresos declarados por rentas del trabajo eran de 2,1 millones de pesetas como media por contribuyente. En el caso de los empresarios, la renta media declarada fue de 1,85 millones. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el IRPF se declara sobre todo por pequeños y medianos empresarios, ya que las grandes empresas tributan por el impuesto de sociedades basándose en sus beneficios. Igualmente, hay que señalar que dentro de las rentas del trabajo se incluyen, por ejemplo, las retribuciones de los miembros de los consejos de administración de las empresas. Además, se ha producido un descenso del paro que también ha incidido.

La evolución del tipo efectivo medio (el porcentaje sobre ingresos declarados que se paga a Hacienda, una vez descontadas las deducciones en la cuota), ha sido a la baja hasta 1997, aunque subió en 1998. En 1994 era del 15,85%, bajó hasta el 15,38% en 1997 pero ha subido al 15,58% un año después.

La explicación de este alza no está en que se haya modificado la tarifa del impuesto sobre la renta (hasta 1999 los tipos se mantuvieron entre el 20% y el 56%), sino en la elevación de algunos pagos a cuenta o retenciones en 1998. Se subió del 15% al 20% la retención para profesionales, del 30% al 40% la de consejeros de empresas y se estableció un pago a cuenta del 15% sobre las rentas por alquileres.

Un impuesto progresivo

El IRPF es, sobre todo, un impuesto progresivo y grava más cuanto mayor es la renta, independientemente de su origen. En 1997 (últimos datos completos) y en relación a un año antes, la aportación al impuesto (el porcentaje de los ingresos que se paga a Hacienda) ha bajado para las rentas hasta cinco millones de pesetas, se ha mantenido entre cinco y diez millones y ha subido para el resto.Desde ese punto de vista, el IRPF ha ganado en progresividad. Sin embargo, sigue siendo muy alta la aportación de las rentas bajas en relación a las medias y las altas. Casi el 30% de lo recaudado por IRPF correspondió a las rentas hasta tres millones de pesetas y más de la mitad (57,9%) se lo proporcionaron las rentas de cero a cinco millones. En el grupo hasta tres millones están incluidos la inmensa mayoría de declarantes del IRPF (el 79,7%), con unas rentas declaradas que suponen el 53,6% del total. A partir de 10 millones está cerca del 1% del total de contribuyentes, con unos ingresos declarados que suponen el 7,3% del total. Sólo unos 15.000 contribuyentes declararon ingresos superiores a 25 millones.

Si el IRPF no ha brillado por su equidad en cuanto a distribución de la carga fiscal, tampoco la lucha contra el fraude que ha acabado en los tribunales y se ha traducido en sentencias condenatorias presenta resultados alentadores. La memoria de la Fiscalía General del Estado de 1999 señala que en los delitos contra la Hacienda "se ha producido un descenso del 33% en las causas incoadas". Las sentencias condenatorias en 1997, según respuesta del Gobierno al diputado de Iniciativa per Catalunya Joan Saura, se han situado en 31, como en los tres años anteriores. En 1997, los expedientes por delito fiscal abiertos fueron 384, pero bajaron a 265 en 1998.

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