El Atlético elimina al Real Unión en un partido sin ninguna historia

Los suplentes del Atlético hicieron muy poco por ganarse un puesto en el equipo titular. Ni tan siquiera les motivó el desafío de someterse a la opinión de Ranieri. El Atlético ganó al Real Unión, pasó una eliminatoria muy sencilla después de la victoria en Irún y no dejó nada en la memoria. El partido apenas fue un entrenamiento, con algunas fases de superioridad del equipo guipuzcoano, que tuvo el buen gusto de disfrutar del partido. Jugó lo mejor que pudo y lo hizo con dignidad. Algunos, como el liviano Laguardia, dejaron buenos apuntes frente a la escasísima audiencia del Manzanares. Sólo se acercaron al campo los fiebres, o sea 3.000 hinchas convencidos de que cualquier partido merece la pena.Entre los titulares sólo figuró Valerón. Regresó Mena después de una larga lesión y volvió Lardín. El argentino le puso corazón a la cosa, que es lo que se espera de él. Lardín pasó desapercibido, como si el fútbol le hubiera abandonado hace tiempo. Nada de aquel balín que mereció tantos elogios en el Espanyol. Hace poco más de un año jugó contra Italia en el tercer partido de la era Camacho, ahora no encuentra sitio en el Atlético. Y por este camino, no lo encontrará nunca.

Convertida en una cuestión menor, la victoria del Atlético llegó pronto, con un buen derechazo de Njegus. Ahí se firmó el armisticio. El Atlético dimitió totalmente y dio cuerda al Real Unión, cuya sorprendente trayectoria en la Copa -eliminó a dos equipos de Primera División- se cerró de forma honrosa.