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Ha puesto toda su carne en el asador para sacar adelante la apuesta del PNV por la paz que implica el giro estratégico hacia el soberanismo, convertido ya en doctrina oficial desde esta asamblea. El que fuera presidente de la ejecutiva guipuzcoana del PNV es, desde ahora, un miembro del EBB votado por todas las regionales que ambiciona el liderazgo interno para implantar su idea de nacionalismo de futuro. Afronta este reto durante los cuatro años de continuidad de Xabier Arzalluz en la presidencia. Del éxito que consiga en su apuesta pacificadora, tan enredada ahora, dependerá que su emergente liderazgo se consolide y le convierta en un claro sucesor de Arzalluz al frente del PNV en el nuevo milenio.
