Un Tanoka extraordinario clasifica al Pamesa
Los dos grandes teóricos del rácano marcador que asola la Liga española decidieron bajar a la arena y dar un curso práctico. El público que llenó el pabellón, caliente por la intensa remontada que minutos antes le había hecho el Barça al Madrid, se lo agradeció profundamente. Mediado el partido las gradas ya estaban medio vacías. Pero no importa, los que se quedaron aprendieron mucho. Y uno de ellos, de los teóricos, Miki Vukovic, se fue satisfecho. Había colocado a su equipo en semifinales, el mínimo exigido por su fiel y viajera afición valenciana. El otro, el viejo zorro Bozidar Maljkovic, regresó a Málaga, seguramente recordando cómo eran los viejos tiempos en que 50 puntos le valían para ganar una Copa de Europa.Dentro de lo que cabe fue una tarea simple (aunque sufrida: no se juega contra Maljkovic en vano). El equipo malagueño se compuso de Orenga, Sallier, lentitud, defensa, defensa, defensa (dentro de lo que se pudo) y zona cerrada. ¿Suficiente para frenar al equipo más en forma, al Pamesa de Nacho Rodilla terrible y Tanoka Beard imponente? Anda ya. Si al menos hubieran podido los de Málaga contar con sus poderes los 40 minutos... Pero ni eso.
Orenga, el veterano de los veteranos, tuvo una entrada fastuosa. En seis minutos metió dos canastas de dos, una triple y cometió tres personales. Su equipo ganaba por 13-6 y él se fue al banquillo a purgar sus pecados. Catorce minutos después, en el descanso, su equipo perdía por cinco puntos (29-24): sólo había sido capaz de conseguir 11 puntos. Y eso, porque Sallier tuvo algún minutillo de inspiración. Y sólo encajaron los escasos 29 porque la agresiva zona, el terreno de expresión de los Marcaccini, Lázaro, Petruska, Mrsic o Conceiçao, les había funcionado medianamente; porque Nacho Rodilla fue más pose que otra cosa, porque el potente Hopkins tardó en despertarse, y, sobre todo, porque el inteligente y extraordinario Tanoka Beard estaba en la fase preliminar en su trabajo, o sea, en la de desgaste. Después todo fue coser y cantar. Y comprobar los sufrimientos de Orenga, Sallier, Perturbas y Conceiçao intentando frenar al Tanoka furioso, despañuelado y desencadenado.
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