El presidente bielorruso presidirá la unión de su país y Rusia

Alexandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, encabezará el Consejo de Estado Supremo de la unión que su país formará con Rusia, una entidad confederal que ayer entró formalmente en vigor en la sala de San Jorge del Kremlin mediante un solemne intercambio con Vladímir Putin de los documentos de ratificación del correspondiente tratado. El primer vicejefe de Gobierno ruso, Mijaíl Kasiánov, dirigirá el Consejo de Ministros de la nueva entidad política, que tiene ante sí un largo y complejo camino hasta convertirse en algo más que un conjunto de buenas intenciones sin contenido real. Un Parlamento común deberá armonizar los cuerpos legislativos de ambos países, que no perderán ni su soberanía ni su identidad nacional y seguirán con representaciones separadas en Naciones Unidas.

Habrá dos Cámaras. La de Representantes (equivalente a la Duma rusa) será elegida por los ciudadanos rusos y bielorrusos, probablemente este mismo año. La de la Unión (similar al Senado) se formará con miembros del legislativo de los dos Estados.

La Unión entre Rusia y Bielorrusia es el primer paso hacia la recomposición del espacio soviético efectuado desde la desintegración de la URSS, hace más de ocho años y, según Lukashenko, está abierta a la entrada de otros Estados. Sin embargo, en el único que esa hipótesis sería verosímil (Ucrania, que completa la trinidad eslava), el actual presidente, Leonid Luchma, ganó la reelección el pasado noviembre haciendo precisamente campaña abierta en contra de esa idea.

Incluso el presidente interino ruso, Vladímir Putin, que calificó de "histórica" la jornada de ayer, reconoce que todavía "hay que crear una base común jurídica, económica, de defensa y humanitaria". Más optimista, Lukashenko, principal impulsor del proceso de unión, consideró al tratado como un paso de gigante "hacia la refundación de un gran país dislocado", en obvia referencia a la extinta Unión Soviética.