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Reportaje:

El calvario judicial de Adriano Sofri

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La cárcel se ha convertido casi en un hogar para Adriano Sofri, detenido por primera vez en julio de 1988 por el presunto asesinato de un inspector de policía llamado Luigi Calabresi, ocurrido en mayo de 1972. Desde entonces, el antiguo líder de Lotta Continua, un grupo de extrema izquierda entre los más activos en la Italia turbulenta de los años setenta, no ha hecho otra cosa que salir y entrar de la prisión, según han ido cayendo sobre su vida las condenas, o sus anulaciones, las nuevas sentencias de confirmación, o las de revisión, llegadas a veces en el último momento. Así, durante 12 años. Un historial judicial que sorprende por lo contradictorio y por lo infinito hasta en Italia, donde la justicia no es precisamente famosa por su celeridad.Doce años de abogados, cárceles, juicios y recursos que han dado como resultado un voluminoso dossier, que incluye nada menos que 15 sentencias judiciales. Un proceso interminable cuyo penúltimo capítulo quedó escrito ayer cuando el Tribunal de Apelación de Venecia confirmó la sentencia dictada por el tribunal homólogo de Milán en 1995, que condena a 22 años de prisión a Sofri y dos compañeros de militancia, Ovidio Bompressi y Giorgio Pietrostefani, como autores del asesinato de Calabresi. "Es una injusticia tan enorme que no puede ser ni siquiera comentada", declaró ayer el principal encausado, que, en una entrevista previa a la sentencia, se declaraba dispuesto a luchar hasta el final, recordando nada menos que el caso Dreyfus. Sofri esperó a los carabineros en su casa de Tavarnuzze (en Florencia) con la maleta escueta de quien ha hecho muchas veces el mismo camino. Ayer tarde se desconocía el paradero de Bompressi y Pietrostefani.

La sentencia número 15 no será, sin embargo, la última, porque la defensa de los tres ex militantes de Lotta Continua ha prometido recurrir de nuevo al Tribunal Supremo. ¿Hasta cuándo? Y, sobre todo, ¿cómo es posible juzgar hoy un suceso que se produjo hace la friolera de 28 años?, se pregunta media Italia. Del antiguo líder revolucionario no queda prácticamente nada. Adriano Sofri es hoy un tipo cincuentón, convertido en articulista de fama, en parte gracias a su calvario judicial, que ha defendido calurosamente la causa de los albanokosovares y del mundo libre contra los serbios. Asiduo de las tertulias, su caso ha merecido el apoyo de toda la intelectualidad de izquierdas de la Italia de hoy, desde el premio Nobel Dario Fo, que el año pasado puso en escena una ácida tragedia sobre "el homicidio Calabresi", hasta el escritor Antonio Tabucchi o el líder del mayo del 68 parisino, Daniel Cohn Bendit. Pero los apoyos superan las barreras políticas, hasta el punto de que un famoso periodista del centro-derecha, Giuliano Ferrara, se ha convertido en adalid de la causa, y una revista crítica con la izquierda, Panorama, ha dado cobijo al ex líder revolucionario como columnista.

Todos reclaman la liberación de Adriano Sofri convencidos de que no es posible hacer justicia sobre la base de un único testimonio, el del arrepentido Leonardo Marino. Un militante de Lotta Continua que en 1988 denunció a sus ex compañeros como autores del atentado contra Calabresi, supuestamente siguiendo órdenes de Sofri. El testimonio de Marino fue fundamental para los jueces, que condenaron por primera vez en mayo de 1990 a los cuatro implicados. A partir de ahí, el caso ha sufrido toda clase de vaivenes como si los jueces, inconscientemente, intentaran complacer a todas las partes.

A la condena en primer grado siguió una confirmación de la pena en segundo grado. Y a ésta, una anulación del Tribunal Supremo, que reclamó la repetición de este segundo juicio. El Tribunal de Apelación de Milán absuelve entonces a los acusados, pero el Supremo anula nuevamente la sentencia. Se celebra de nuevo el juicio en el Tribunal de Apelación de Milán, que condena esta vez (noviembre de 1995) a 22 años de prisión a los tres acusados. Marino queda en libertad porque el delito ha prescrito para él de acuerdo con la ley de los arrepentidos.

En enero de 1997, el Tribunal Supremo confirma la sentencia y los condenados ingresan en prisión. En diciembre del mismo año, nueva vuelta de tuerca: los abogados de Sofri, Bompressi y Pietrostefani reclaman la revisión de la sentencia. Por dos veces el Tribunal de Apelación de Brescia rechaza la revisión del proceso, considerando que las nuevas pruebas aportadas por los defensores carecen de la suficiente base. Los abogados recurren y el Supremo envía el caso al Tribunal de Apelación de Venecia, que, con una nueva sentencia, se pronuncia a favor de la revisión del proceso. El juicio se resolvió ayer con la confirmación de las condenas precedentes.

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