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FÚTBOL 21ª jornada de Liga

Equilibrio sin juego en Los Pajaritos

Santiago Segurola

El Numancia ha convertido su pequeño campo en un elemento disuasorio para los rivales, que no parecen dispuestos a aceptar las numerosas incomodidades que se les presentan en Los Pajaritos. A las estrecheces del escenario se añade por esta fechas un frío pelón y un equipo que disputa cada pelota como si le fuera la vida. Probablemente le va la vida. Es la manera que ha encontrado el Numancia para equilibrar algunas de sus carencias. Con un esfuerzo indesmayable, el Numancia no se apartó un milímetro del tipo de partido que le caracteriza: físico, combatido, sin distracciones. El Madrid se sintió incomodísimo. No encontró soluciones para responder al plan del Numancia. No le faltó buena actitud, cualidad que se le discute en los últimos meses, pero juego no tuvo.Ninguna de las estrellas del Madrid estuvo por encima de los jugadores del Numancia. La lectura inversa también sirve. Pero se supone que los futbolistas del equipo soriano tienen difícil superar la calidad de gente como Raúl, Savio, Redondo, Roberto Carlos o Morientes. Puesto que el Madrid aceptó las condiciones que le impuso el Numancia, lo normal era un partido con pocos atractivos y escasas ocasiones de gol. El Madrid tuvo una: un tiro cruzado de Morientes en el segundo tiempo que el portero desvió con agilidad. Con el intenso frío que presidía la tarde, la intervención de Núñez resultó meritoria. Fuera de la acción frente a Morientes, el portero del Numancia quedó inédito. Un par de salidas y poco más.

NUMANCIA 0 REAL MADRID 0

Numancia: Núñez, Jaume, Iván Rocha, Muñiz, Octavio; Castaño, Nagore, Pacheta, Barbu (Rivera, m. 76), Delgado (Jorge Pérez, min 87) y Ojeda (Iñaki, m. 92). Real Madrid: Iker Casillas, Salgado, Julio César, Iván Helguera, Roberto Carlos, Savio, Redondo, Guti, McManaman (Sanchís, m. 56), Raúl y Morientes. Árbitro: José Luis Prados García, perteneciente al colegio andaluz. Enseñó cartulina amarilla a Barbu, Castaño y Octavio, por parte del Numancia, y a Sanchís, del Real Madrid. Unos 10.000 espectadores en el nuevo campo de Los Pajaritos.

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Casillas tampoco fue demasiado exigido, pero se dejó ver en tres o cuatro momentos, especialmente para responder a las jugadas predilectas del Numancia: un saque de falta por aquí, un córner por allá. Cuando eso sucede, el equipo va con todo, Ojeda a la cabeza. Ojeda es un tallo de casi dos metros que se distingue por su hiperactividad. El hombre se gana el sueldo con creces. Va por la derecha y por la izquierda, acosa a todos los defensas que se le ponen enfrente, choca sin reparar en gastos, traba como un león. Representa por elevación el estilo del Numancia.

Barbu tiene bastante más ingenio. Zurdo y habilidoso, representa la esperanza en lo inesperado en su equipo. No es Maradona, pero como si lo fuera. Esta vez, la actuación de Barbu no tuvo relevancia, problema de primer orden para el Numancia. En el Madrid, las dificultades surgieron de la incapacidad de sus estrellas para ejercer como tales. Cierto que las circunstancias del encuentro no favorecían los lujos, pero malo para el Madrid si el duelo debía resolverse exclusivamente a través del sacrificio. En esas cuestiones, el Numancia es insuperable. De la incomodidad y falta de recursos del Real Madrid habla la escasez de sus remates. El primero de ellos se produjo después de la primera media hora de juego. No hubo muchos más. Los centrocampistas funcionaban laboriosos. Redondo parecía más ligero que en los últimos partidos y Guti tomaba parte activa en la construcción. Sin embargo, el Madrid perdía energía a medida que se acercaba al área. McMananam pagó la crisis que le afecta desde su regreso de la lesión y Savio nunca consiguió desbordar por la izquierda.

Del Bosque consideró que ya había visto suficiente de McManaman y dio entrada a Sanchis. Jugó por la derecha. No es su sitio, pero su peso en el juego fue evidente. Al día de hoy, Sanchis todavía dispone de recursos para sostenerse en la alineación madridista. Y como ocurre cada temporada, terminará por jugar muchos más partidos de los que los entrenadores tienen previstos para él. Hay algo admirable en Sanchis para resistirse al paso del tiempo y a los ataques de sus críticos.

Con un centro del campo más firme, el Real Madrid discutió cada balón al Numancia. El partido se volvió trabadísimo, pendiente de alguna jugada inesperada. El Madrid dispone de Raúl para esas cuestiones, pero en Los Pajaritos no remató en ninguna ocasión. El Numancia anduvo toda la tarde a la espera de algún error de la defensa madridista para cazar el golito. No se sabía la fiabilidad de Helguera y Julio César, juntos por primera vez como centrales. Pasaron la prueba con nota. En un equipo que despierta tantas sospechas en el centro de la defensa, la elección de Helguera no es descabellada. Frente al Numancia hizo los deberes. Del equipo no cabe decir lo mismo. No se arrugó, pero su juego fue decepcionante.

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