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"Si me encuentra, me mata"

El 16 de enero de 2000 es una fecha que Shirley O.C. no podrá olvidar jamás. Y no porque no quiera, sino porque no puede. La atormentan los recuerdos. Ese día, esta joven colombiana estuvo a punto de morir a manos de un compatriota con quien no quiso bailar en un bar del distrito de Usera. Ella tuvo suerte, pero María Fernanda Daza Jordán., de 33 años, no. Por intentar defender a Shirley de su agresor, recibió una puñalda mortal.El relato de Shirley, de 20 años, arranca el sábado 15 de enero. Estaba en casa de un grupo de amigas que la convencieron para salir a bailar. "No tenía ganas", dice. Pero después, cambió de opinión. Su destino fue el bar Ana Kaona, en la calle del Olvido, en Usera. Allí permaneció hasta las seis de la mañana del domingo. "Decidimos ir a Salserengue [el bar donde ocurrieron los hechos, en la avenida de Córdoba, 10] para tomar unas copas más e ir a dormir", cuenta. En sus palabras, Shirley no oculta el miedo. Y a veces, los ojos se le humedecen: "Es que no dejo de pensar que la muerta iba a ser yo", dice.

En el bar, cuando casi iban a ser las ocho de la mañana, María Fernanda y una amiga común comían picapollo, una mezcla de pollo, ensalada y plátano, tradicional en la República Dominicana. Shirley se acercó a saludarlas y compartió con ellas la comida. Se unió a la mesa. "No había transcurrido mucho tiempo cuando después apareció ese hombre. Me invitó a bailar y yo le dije que no. Me pareció que estaba borracho y embalado (drogado)", cuenta.

El hombre, de entre 25 y 30 años, de contextura no muy gruesa, cabello negro, piel blanca y cejas pobladas, según lo describe Shirley, se quedó mirándola fijamente. "No me quitaba los ojos de encima, era una mirada llena de rabia; desde luego, no le gustó que yo me negara a bailar con él". Por su acento, Shirley intuyó que se trataba de un colombiano, exactamente de Bogotá. Además, el pub Salserengue es frecuentado por latinoamericanos, mayoritariamente de ese país.

Después vino el terror. Shirley no puede evitar la mirada enrojecida, los ojos a punto del llanto: "Él se acercó a mí, se arrodilló, porque yo estaba sentada. Me puso un puñal en el pecho y comenzó a insultarme. 'No te muevas, gonorrea, te voy a matar, que a mí nadie me desprecia', me dijo. Al principio yo creí que se trataba de una broma. Además, tenía el cuchillo oculto entre la palma de la mano y no me daba cuenta. Cuando empecé a sentir las punzadas, entonces supe que era cierto", relata.

Otra amiga suya fue quien pidió ayuda, porque ni María Fernanda ni su acompañante, que se encontraban en la misma mesa, se percataron de la situación. "En ese momento yo intenté quitarme su mano de encima, y, al hacerlo, me corté en un dedo. Entonces él me dio una puñalada en el hombro derecho, yo salí corriendo, pero me alcanzó. Sentí cómo el cuchillo me entraba en la nuca. Recuerdo que me ardía mucho, era un ardor impresionante. Empecé a sentir mareos y me desvanecí. Yo no sé en qué momento intervino María Fernanda. Mis recuerdos son confusos, sólo sé que cuando me subieron al taxi ella también estaba allí", cuenta con tristeza en su voz.

La escena que Shirley no presenció la cuenta otra chica que se encontraba en el local: "María Fernanda le dijo al hombre que se calmara, que se fuera de ahí. Ella lo conocía, lo había visto en otras ocasiones". Pero el hombre no se calmó, la apuñaló.

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"Lo que yo no entiendo es cómo él podía llevar un cuchillo. Cuando uno entra a ese sitio lo requisan por completo, además, hay cinco vigilantes enormes que no hicieron nada. Al contrario, sólo se preocuparon por limpiar la sangre y dejar que se escapara. Después hasta siguieron la fiesta como si nada", asegura Shirley.

María Fernanda y Shirley no eran amigas. Sólo conocidas. Pero tenían amigos en común y se habían visto en varias ocasiones. Shirley afirma que María Fernanda era dueña de una peluquería que abrió con una amiga colombiana en el Camino Viejo de Leganés, en Carabanchel. "Ella misma nos dio a mi madre y a mi las tarjetas de presentación, pero nunca fuimos", señala.

Una semana después del trágico suceso, que acabó con la vida de María Fernanda, su cadáver permanece en el Instituto Anatómico Forense de Madrid. Nadie se ha presentado a reclamarlo. Sus amigos más cercanos están recogiendo dinero para enviar su cuerpo a Colombia.

María Fernanda había nacido en Palmira, el 20 de mayo de 1966. Había llegado a España el 4 de abril de 1995, y se inscribió en el consulado de su país en febrero de 1998. Tenía un hijo pequeño que vive en Colombia y al que puntualmente enviaba dinero para su manutención.

"Cuando me acuerdo de lo que pasó, lloro. Me encierro en mi habitación y no paro de llorar. De todas maneras sigo pensando que la muerta era yo, no María Fernanda. Ya ni siquiera salgo de mi casa porque me da mucho miedo", dice Shirley. "Es que si ese hombre me encuentra, me mata", añade convencida. Su principal preocupación ahora es superar el temor: "A veces creo que va a entrar a mi casa y que nos va a matar a todos", afirma.

Shirley O.C. llegó a España hace dos años. La trajo su madre, que lleva en Madrid más de siete. Es la mayor de cuatro hermanos y es, prácticamente, el motor principal de su casa. Las dos trabajan en empleos varios. Desde limpiar viviendas hasta hacer la manicura y la pedicura. "Lo que nos salga", señala su madre.

Shirley nació el 17 de enero de 1980 en la ciudad de Cali. Un día después del suceso era su cumpleaños número 20. "Fue un día horrible", dice. "Ahora sólo espero olvidar".

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