Bonito

Cyrano de BergeracDe Edmund Rostand, por Bambalina Titelles. Intérpretes: Esperanza Giménez, David Durán, Jaume Policarpo. Adaptación: Jaume Policarpo. Técnico: Ximo Muñoz. Iluminación: Mario Luque. Dirección: Gemma Miralles. Sala Moratín, Valencia.

Uno de los propósitos de Bambalina Titelles es sacar el teatro de marionetas del gueto de los circuitos de exhibición infantil, persuadidos con razón de que sus creaciones son tan adultas y tan dirigidas al público en general como cualquier otra. Nada que objetar, aunque hay que decir que la adaptación en poco más de una hora de un texto tan prolijo y minucioso como el de Rostand requiere tal vez de una expresividad acentuada en la dicción que difícilmente podrán recoger los títeres, por más que su presencia sea complementaria de la de los actores que las manejan. A esta tímida objección cabe añadir que la compañía, por sus características, no podrá evitar la afluencia de público infantil, al que le es difícil seguir el desarrollo de un montaje en el que la palabra ocupa un lugar de relevancia. La pregunta es si al adaptar un texto clásico a estas características no se pierde más que se gana. Fuera de eso -que sólo cuestiona la elección de la obra-, el montaje es bonito y riguroso, aunque, insuficiente para el adulto, con un diseño de escenografía móvil y adaptable, una adaptación con los pasos esenciales y un trabajo actoral muy especializado que da mucho de sí. Un trabajo casi perfecto para un opción un tanto ambigua.