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Números

VICENT FRANCH I FERRER

A dos meses del 12 de marzo se ha destapado el genio matemático de todos los departamentos de estrategia política partidista sustituyendo a las otrora imprescindibles encuestas por las proyecciones numéricas que se pueden desprender de considerar una serie de datos fijos de anteriores y recientes elecciones. En el ámbito valenciano se han ensayado operaciones ancladas en los números que no iban mal encaminadas aunque su resultado esté lejos de lo deseable. Hasta ahora, sólo el PP, una vez hechos los números, ha movido la ficha de su opa hacia UV que, lejos de ser descabellada, favorece al tiempo dos objetivos igualmente caros al PP: sumar dos o tres diputados más en la CV, aunque uno de ellos se lo dé a UV, y evitar que entre la duda del voto útil y la tozudería de UV, hasta 90.000 votos se queden sin representación, regalando algún diputado al PSOE.

Mientras tanto, el conjunto de la izquierda no acierta a tomar ninguna de las decisiones que le permitirían en un caso, equilibrar sustanciosamente la cuenta de resultados (el PSOE) y, en otro (EU y BNV-EV), evitar los números y consecuencias que les esperan por separado ante la polarización que se avecina: no obtener representación.

Así, pues, y para una participación estimada en un 80%, los 2.720.000 votantes valencianos, si reproducen el resultado de las generales de 1996, darían al conjunto de la izquierda un saldo de unos 100.000 votos más que la suma de PP y UV, algo superior si se proyectan los de las G93. La proyección de los resultados autonómicos no puede hacerse mecánicamente porque la diferencia de participación entre las A99 y las G96 es muy alta (68,11% en las primeras, 81,66% en la segunda) y la distancia entre el PP y el PSOE, y la correspondiente entre la suma de PP y UV y la de las izquierdas dependería del mantenimiento de una alta abstención, que es, justamente, la hipótesis contraria de lo que se espera.

Una alianza de las izquierdas para el Senado superaría al PP en las tres circunscripciones incluso en el caso de que PP y UV concurriesen juntas, y daría el triunfo con facilidad en Alacant, y con mayores esfuerzos en Castelló y València, con un saldo de hasta 9 senadores sobre 12.

Una alianza de las izquierdas para el Congreso podría llevar a sumar un diputado más por Castelló (3), evitar la pérdida de los de EU por Valencia (2) y Alacant (1), respectivamente, y del sexto del PSOE en Alacant, y sumaría dos más al conjunto de la izquierda con respecto al 96 (uno para el PSOE y otro para el BNV-EV).

La alianza de EU, BNV y EV, podría mantener el diputado de EU en Alacant, y propiciar dos diputados a la coalición en València, uno de los cuales correspondería lógicamente al BNV. En este supuesto, el PSOE pierde uno en Alacant (que gana el PP), otro en València (que gana UV o PP) y no suma uno más en Castelló.

Si ahora mismo el objetivo confesado del PP es sumar para ganar, el del PSPV parece ser restar para perder, mientras que EU y BNV-EV, con menos margen de maniobra, no aciertan a ensayar la única combinación que justificaría un voto verdaderamente alternativo al de un PSOE autista: la de ambos coligados para Congreso y Senado. Si como se afirma alegremente la victoria del PP en España depende en parte de los resultados valencianos, la respuesta está más en los números que en los prejuicios, como acaba de poner de manifiesto el PP, que es quien más se juega en la cita de marzo.

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