_
_
_
_
_

El Madrid se relaja demasiado

Los blancos ganan al Raja por la mínima y Anelka se daña un menisco

Morumbí no vio una noche épica del Madrid, cargada de emoción y goles. Todo lo contrario. Presenció una imagen patética del conjunto blanco, que acabó contra las cuerdas, zumbado por un Raja Casablanca magnífico. Principalmente, el Madrid fue víctima de su propia actitud, de la tranquilidad y relajación con la que afrontó un partido que pedía las máxima revoluciones. Nunca supo como buscarle las vueltas al conjunto marroquí, superior siempre en todas las zonas del campo. Y aunque la cita del Corinthians no había concluido al cierre de esta edición, el Madrid salió del encuentro con la convicción de que sus posibilidades de meterse en la final se habían consumido.El Madrid no dio la sensación de estar metido en urgencias. Casi al contrario, su actitud fue más propia de quien debe pasar un simple trámite, jamás la de alguien obligado a una goleada a ciegas. Para triunfar en este tipo de empresas lo habitual es generar un clima apasionado, poner un punto de locura al partido. Pero el conjunto blanco se tenía miedo. No quería dejarse llevar por la necesidad de un resultado abultado, le asustaba perder la cabeza en el intento y firmar así su sentencia de muerte. Y confundió finalmente una estrategia cerebral y paciente, con un juego lento y plano. Con una fórmula vacía de profundidad, de ambición, de ganas. El partido no pedía racionalidad ni ciencia; exigía desenfreno, ilógica y, desde luego, un esfuerzo máximo. Dejarse la vida.

REAL MADRID 3RAJA CASABLANCA 2

Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado (Karanka, m. 78), Hierro, Karembeu, Roberto Carlos; McManaman (Geremi, m. 46), Redondo, Guti, Savio, Raúl y Anelka (Morientes, m. 37).Raja Casablanca: Chadili; Kharbuch, Talal, Khubbache, El Haimeur; El Mubarki, Reda, Nater Saib (m.90), Abud; Mustaudia y Achami (Rizki, m. 80). Goles: 0-1. M.29. Achami, de cabeza, a la salida de un córner. 1-1. M.49. Hierro, de falta directa. 2-1. M. 53. Morientes, desde dentro del área. 2-2. M. 59. Mustaudia, de cabeza. 3-2. M. 87. La defensa marroquí no acierta a despejar un balón tras un córner sacado por Savio, y Geremi logra marcar. Árbitro: Horacio Elizondo (Argentina). Expulsó a Roberto Carlos (m.61) por agredir a El Mubarki sin el balón en juego; también a este último; a Guti, segundos después, por darle una patada cuando el marroquí estaba en el suelo; a Karembeu (m.81), por dos tarjetas. Amarilla a Talal, Hierro, Karembeu, Savio y Mustaudia.

Más información
Freddy Rincón deja al Madrid sin final

Demandan también las noches de goleadas de la complicidad del rival. Que un temblor de piernas y muchos nervios le conviertan en presa fácil. Pero para cargar de canguelo el cuerpo del adversario hace falta buscar de salida su aplastamiento. Que el ruido de los primeros ataques le vaya arrinconando y encogiendo. Pero lejos de conseguir intimidar al Casablanca, el Madrid le animó a venirse arriba con su equivocado arranque. La serenidad con la que abordó el partido se la acabó contagiando al marroquí, que se sintió dueño de la situación al cuarto de hora.

A los cuatro minutos, un zapatazo desde la lejanía de Talal -un defensa sorprendentemente magnífico, de jerarquía- que se dio de bruces con el larguero sirvió para que el Madrid se reafirmase en su pose precavida, su idea de buscar un resultado beneficioso sin correr riesgos. En su suicidio voluntario, en suma. Y no ver puerta en las primeras ocasiones nítidas (un remate a bocajarro de Raúl, m. 6; una falta directa de Roberto Carlos, m. 7) terminó por desubicarle.

Con el correr del encuentro, el Raja, comandado desde atrás por el frío, seguro y cerebral Talal, se fue agrandando. Le perdió el respeto al Madrid, el pánico a un resultado humillante, y comenzó a mirar a la cita como quien se encuentra ante una oportunidad única de ganar celebridad. Bien organizado, el cuadro marroquí comenzó a tirar contras llenas de sentido y velocidad, ayudadas también de saludables gestos técnicos. En una de ésas, Achami marcó de cabeza. Un gol del que el Madrid ya no fue capaz de levantarse en todo el primer tiempo.

Para estropear aún más el panorama, llegó la lesión de Anelka. Intentó un giro, los tacos se le quedaron clavados en el suelo y su rodilla derecha pagó las consecuencias. Tuvo que ser sustituido por Morientes. La primera exploración reveló que tiene afectado el menisco, pero hasta hoy no se conocerá el verdadero alcance.

Al Madrid le salió una pizca de casta en la segunda parte. Metió al fin decisión y coraje a su juego. Y con dos goles consecutivos, se creyó al fin metido en un aconsejable estado de excitación. Soñó en falso, sin embargo. Porque el Raja no se vino abajo, continuó convencido de que estaba instalado en el partido de su vida y contestó a la ofensiva del conjunto español con inteligencia y un fútbol extraordinario. Y con otro gol del que Madrid salió tocado casi hasta el final. Hasta que en el último suspiro apareció Geremi para certificar la victoria. El triunfo, sí, pero pírrico.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_