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BALONCESTO - EUROLIGA

El Madrid desperdicia ante el PAOK otra amplia ventaja y pierde por un punto

El Real Madrid desaprovechó anoche en Salónica una inmejorable oportunidad de derrotar en su propio feudo al PAOK, que en la segunda parte emergió de la mano de Gianis Gianulis para dar la vuelta a un encuentro que los madridistas no supieron amarrar cuando ya lo tenían prácticamente ganado. Salónica, sede de la Final a Cuatro el próximo abril, asistió en los primeros veinte minutos a uno de los mejores encuentros europeos del Real Madrid en lo que va de temporada. La superioridad del equipo madrileño fue palpable desde el mismo salto inicial y actuó como un anestésico sobre la animosa afición griega, rendida a la evidencia de lo que pasaba sobre la cancha. El PAOK, sencillamente, no tuvo opción.Tocado por las ausencias del italiano Claudio Coldebella y Nikos Vetulas, su pareja habitual de bases, bailó al son que tocaron los blancos gracias a un baloncesto sólido, sin grandes protagonismos personales y de una enorme fuerza colectiva. Precisamente eso, el sentido de grupo, fue lo mejor de un equipo que a los cinco minutos ya había marcado distancias (3-11) ante la desorientación de un rival a duras penas conducido por Sotiris Nikolaidis, el único organizador en perfectas condiciones físicas, ya que la fiebre tenía al ruso Serguei Bazarevich reducido a la mínima expresión.

La velocidad de los madridistas terminó de confundir a los griegos y dejó el choque encarrilado después de culminar con éxito ocho de los diez contragolpes que lanzó sobre el aro del PAOK, aferrado a la lucha ofensiva del estadounidense Victor Alexander para no derrumbarse en sus peores momentos. Pero los griegos se transformaron en el vestuario. A pesar de los once puntos de diferencia conseguidos por el equipo de Sergio Scariolo (32-41), la mejoría de Nikolaidis, de Gianulis y de Bill Edwards cambio el decorado de arriba a abajo.

El Real Madrid siguió jugando bien, pero el partido ya era otro. La presión del PAOK le taponó el contragolpe y le obligó a bajar el ritmo ofensivo. Cuando Aleksander Djordjevic se marchó al banco para descansar, un parcial de 10-0 culminado por Gianulis puso por delante al conjunto de Salónica (61-60 m. 33). En los últimos siete minutos, el pívot fue decisivo. Anotó ocho de los once puntos marcados por los griegos hasta la bocina y, además, tuvo la inteligencia de cometer la última falta personal para evitar un ataque completo de los españoles. Con 72-71, gracias a una canasta de Edwards, Gianulis hizo falta sobre Djordjevic. Faltaban seis segundos, pero el PAOK no había entrado en el bonus de faltas.

Scariolo pidió un tiempo después de protestar para que el cronómetro, que había bajado a un segundo, volviese a los seis que faltaban en el instante de la personal. El banco local pidió otro a continuación. El saque de banda de los madridistas cayó en manos del base serbio y acabó en poder de Iker Iturbe, que casi sobre la bocina y a seis metros del aro lanzó el balón de la victoria sin encontrar la canasta griega.

Victoria del Barça

En 11 partidos, 10 victorias. Vista así, la hoja de servicios del Barça es, en lo que ha transcurrido desde que dio inicio la Euroliga, poco menos que intachable. Apunta a campeón, como tantas otras veces. Pero la victoria azulgrana ayer en Kaunas ante el Zalguiris tuvo dos caras que expresan, en el fondo, las dos formas antagónicas con las que el Barça está sobrellevando los cuatro primeros meses de competición. A veces mal, como en la primera parte de ayer; a veces, bien como en la segunda parte ante los lituanos. Es el mismo Barça, pero nadie lo diría. Y eso es lo que le conduce a derrotas en la Liga ACB ante equipos como el Breogán o el Cantabria, junto a triunfos de lo más brillantes.

El Barça pasó por momentos en los que no supo si ir o venir, si presionar por toda la pista para tapar la artillería lituana o cerrarse en la cueva para no dejar el camino expedito bajo su canasta (39-27). El Zalguiris manejó el partido en base a la perfecta lectura que hizo de las trampas defensivas que trató de ponerle el Barça. La fluidez y naturalidad del juego lituano salvó con una facilidad pasmosa los dos contra uno, la presión a lo largo y ancho de toda la pista, los bloqueos defensivos... El pequeño de los Zukauskas, el alero, marcó la diferencia de entrada con un recital anotador: tres triples casi consecutivos. Por su parte, el Caja San Fernando perdió en el Pabellón San Pablo de Sevilla y por un punto (65-66) ante el Olympiakos griego.

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