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Tribuna
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Rivaldo como problema

José Sámano

Rivaldo no encaja. No tiene hueco en el sistema del verdadero y auténtico Louis Van Gaal. En realidad, a tenor del ideario del holandés, nunca lo ha tenido. Sólo el pavor que ha desnaturalizado al entrenador -más proclive a fanfarronear ante la prensa que a sostener sus principios en el despacho y el vestuario- ha procurado un sitio a Rivaldo en las dos últimas temporadas. Cuando Núñez fichó al holandés lo hizo enamorado de una filosofía, de un sistema, de una disciplina, del irrenunciable estilo ajacied, de un alumno tan aventajado como desagradecido del cruyffismo. Por paradojas de la vida, nada más rígido, más encorsetado, que el cautivador modelo Ajax: tres defensas, un organizador, dos interiores como puñales, un ancla por detrás del nueve, dos extremos y un delantero de espaldas a la portería. Un teorema colectivo cuya primera resultante es la posesión de la pelota y la segunda, la velocidad en la circulación. Y Rivaldo, que reclama la posición de ancla, no juega de espaldas, no tiene un sentido colectivo del juego y no ofrece un toque. ¿Se acuerdan del Bakero de Cruyff o del Litmanen del Ajax? Casual o no, el pasado miércoles, en el primer partido de Bakero como segundo técnico, Litmanen fue titular e hizo su mejor partido de azulgrana. Es el propio Van Gaal quien ha alimentado la confusión durante estos años. Atemorizado por la popularidad de Rivaldo, durante un tiempo el holandés ha renunciado a su pizarra, la única que conoce, en favor del brasileño.

Hasta que Rivaldo se crucificó a sí mismo queriendo aprovecharse del balón de oro, Van Gaal ha desterrado a jugadores como Frank de Boer y, sobre todo, Guardiola. Puesto que Rivaldo no tiene dotes de extremo -le falta velocidad, sentido del espacio y solidaridad para hacer de señuelo en la banda y ampliar el campo a sus compañeros-, Guardiola sólo puede girar a la derecha (Figo). Tampoco tiene horizonte por delante: en línea recta, desde su posición hasta la portería contraria, sólo existe Kluivert. Y como Rivaldo desprecia la banda, Van Gaal llena la defensa con cuatro jugadores; pero Frank de Boer está habituado a jugar en líneas de tres, con más de una opción de pase en cada jugada. Ahogado Guardiola y sin un Bakero o Litmanen que acompañe al capitán, el gemelo se siente huérfano.

La supeditación del equipo a Rivaldo ha producido un desastroso efecto sobre Frank de Boer y Guardiola. El brasileño acentúa sus fantásticas condiciones convencido de que nadie como él para conjugar el papel principal y el secundario. Y quizá no le falte razón. Pero le sobra Van Gaal; necesita un técnico más flexible que le diseñe un sistema para él. Por ello el pulso es ficticio: en el Barça actual Rivaldo no es Rivaldo; y Van Gaal no es Van Gaal. Hasta el armisticio (la salida de uno u otro), y mientras Núñez medita si trae un técnico para Rivaldo o resucita al viejo Van Gaal, el Barça precisa una receta: regresar a los postulados del cruyffismo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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