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Tribuna
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El Celta expone su mejor fútbol

El equipo gallego empató en Mestalla, pero mereció ganar al Valencia

Después de algunas semanas de sequía, el Celta reivindicó su selecto fútbol en Mestalla, que es bastante mejor que el del Valencia. Víctor Fernández leyó mejor el partido: pobló a su equipo de jugadores pequeños y habilidosos que rompieron a menudo a los tres centrales del Valencia, que no sabían por dónde les venían. El conjunto vigués, sin embargo, llegó muy mermado a Mestalla y creyó un botín el punto de empate, por eso amainó en su ataque tras conseguirlo. El Valencia, por su parte, mostró su gran capacidad de sacrificio en defensa y su escasa variedad en ataque, donde sigue penando el mal estado del Piojo. El partido, en todo caso, resultó disputadísimo y allí todos dieron lo que tenían.El Celta sometió a un tremendo bombardeo al Valencia en una primera parte excelente del equipo vigués de la que sorprendentemente se fue de vacío. El conjunto gallego tocó el cuero como y cuanto quiso en un centro del campo que dominó de manera insultante, pero erró en los últimos metros. Entre otras razones por la superioridad que le proporcionaban en el centro del campo los tres centrales valencianistasque sólo debían ocuparse de McCarthy. Entró el Celta por todos los flancos y disparó de todas las maneras. Pero el Valencia salió ileso de este primer tiempo: en parte por la fortuna, que desviaba los disparos que arreciaban sobre la portería valencianista; en parte por el estado de forma del arquero Palop, que paró cuanto iba entre los tres palos, que fue mucho y variado. Mestalla asistía atónita. No está acostumbrada la grada valencianista a ver a su equipo ante semejante repaso, ni siquiera cuando pasan por aquí los más grandes. El público, en fin, estaba sonrojado de ver así a su equipo.

Y eso que el cuello de cisne de Gerard había surgido a los cinco minutos para marcar el primer gol del 2000 en Primera. A este chico le gustan las efemérides. Ha marcado este curso contra el Bayern, el Barça y el Madrid. Y ahora esto. Cabeceó con contundencia y limpieza, como acostumbra. Y el Celta, que venía con muchas bajas, quedó perdido por momentos. Breves momentos. Los previos a que Karpin, por la derecha, y Revivo, por la izquierda, entraran en calor. La batalla en el centro del campo fue muy cerrada. Allí se concentraban los mejores recursos de uno y otro equipo. Hasta Karpin, que quería mostrarse ante este público al que no pudo seducir hace tres años, se liberó de la banda derecha y se marchó a la media punta para entrar más en juego.

La diferencia, como siempre, la marcó la pelota. El Celta la cuidaba más y sus oportunidades se sucedieron. La defensa más segura de la Liga, la del Valencia, estaba en serios apuros. Revivo descubrió un chollo en su banda, pues ya es conocida la dispersión defensiva de Angloma. El partido, sin embargo, no estaba marcado y el Valencia lo atrapó fugazmente para que Sánchez, en un remate corrido, estuviera a punto de sentenciar a sus ex compañeros, que volvieron a reaccionar en un arreón final que puso en ascuas la imbatibilidad de Palop. En ésas llegó una jugada calcada a la del gol de Gerard, pero al revés: el joven central Sergio cabeceaba elegantemente a la escuadra izquierda de Palop, a la que voló, sin embargo, el guardameta valenciano para enviar a córner. El vuelo de Palop fue como a cámara lenta: el público lo contempló en el aire en un instante que se antojó eterno, pero no sabía si llegaría a tiempo al balón. Lo hizo este portero que ha relegado al banquillo a Cañizares a pocos meses de la Eurocopa de Naciones de Bélgica y Holanda.

La justicia, por fin, apareció en Mestalla cuando Velasco, tras driblar a Kily, colocó con mimo con su bota izquierda un disparo enroscado que abrazó el poste izquierdo de Palop. El Valencia seguía con tres centrales y el Celta hacía su agosto por su banda derecha, donde Karpin y Velasco ponían en evidencia la escasa velocidad de Pellegrino. Al Valencia, en cambio, le quedaba el orgullo. Y los balones aéreos, en los que era muy superior al Celta. Los trabajó a fondo. Era lo único que tenía. El balón seguía siendo del Celta, mucho más reservado, no obstante, con el empate en el bolsillo.

El choque estaba en un hilo y el Valencia empezó a pagar su desgaste físico: pues ya se sabe que quien corre detrás del balón se cansa mucho. Finalmente, entró en el campo Mazinho y Mestalla lo recibió con una notable ovación.

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