Un montaje histórico
Borís Godunov, de Mussorgski, es una de las óperas más importantes de toda la historia del arte lírico. Es, también, la expresión más representativa del teatro cantado en ruso. El montaje de Herbert Wernicke para los festivales de Salzburgo en la década de los noventa, cuyos dos primeros actos ofrece de madrugada (2.11) Canal + en Música noche, utiliza de una forma espectacular el gran espacio en cinemascope de la Grosses Festspielhaus, con una galería de retratos de todos los gobernantes rusos hasta Yeltsin. Las impresionantes escenas de masas recuerdan a veces a los cuadros de Genovés. Los personajes visten a la manera actual, en un intento de transmitir el pesimismo histórico de nuestros días a una ópera de modernidad intemporal. El acto polaco es resuelto con una elegancia suprema. La simbólica campana evoca a la de Andrei Rublev, de Tarkovski, un cineasta que ya hizo sus pinitos con esta ópera.La grabación está realizada en abril de 1998, durante el Festival de Pascua. Claudio Abbado, en estado de gracia, dirige a la Filarmónica de Berlín, con un reparto vocal en el que sobresale el Boris de Anatoli Kotscherga, y en el que no se quedan atrás el Rangoni de Sergei Leiferkus, el Schuiski de Philip Langridge, el Dimitri de Vladímir Galouzine o la Marina de Marjana Lipovsek. Se utiliza la versión definitiva de 1872, con el cuadro revolucionario del bosque de Kromi, y con la escena de la catedral de San Basilio de 1869. En los festivales de Salzburgo de la última década, este sobrecogedor Borís Godunov es uno de los montajes más logrados. La razón y la pasión se dan la mano en un estremecimiento reflexivo lleno de furia y a la vez rebosante de ternura.
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