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Se anuncia bronca

Las encuestas publicadas en los periódicos ofrecen estos días las diferencias entre los partidos que concurrirán a las elecciones generales del próximo 12 de marzo y las comparan con las registradas en el escrutinio de hace cuatro años, el del 3 de marzo de 1996. Pero habría sido muy aleccionador que cada una de las empresas de sondeo hubiera hecho el mismo ejercicio que hace unas semanas brindaba el editor del semanario británico The Economist de reconocimiento de sus pronósticos errados. Es decir, que hubieran incluido la comparación entre las asignaciones de voto y de escaños que establecieron en sus últimas encuestas previas a aquel 3 de marzo y los resultados inapelables del recuento de las urnas.Enseguida entraremos en el despilfarro habitual en estas ocasiones electorales, despilfarro al que debería haberse puesto límite con la non nata ley de financiación de los partidos políticos. Escuchad lo que proponían sobre esta polémica materia en sus programas el PP y el PSOE.

Decían los populares que su propósito era erradicar, mediante las reformas legales pertinentes, las prácticas de financiación irregular. Afirmaban también que en una sociedad democrática no debía haber ninguna zona exenta de responsabilidad y añadían que este principio debía aplicarse con rigor. Así que concluían que era necesario empezar por exigir transparencia sobre las fuentes de ingreso y los gastos de los partidos, al tiempo que deberían favorecerse las aportaciones privadas, con un límite, como forma de participación política.

Los socialistas no les iban a la zaga. Invocaban la Constitución para señalar que los partidos son instrumento fundamental para la participación política y, por tanto, esenciales a la vida democrática. Después nos recordaban que la regulación de los partidos es anterior a la Carta Magna y que está muy orientada a su fortalecimiento como estructura homogénea y estable y concluían con la necesidad de introducir compensaciones favorables que dieran mayores garantías a la participación de los afiliados y una nueva regulación sobre su financiación que admitiría donaciones desgravables de personas físicas, prohibiría las donaciones de entidades mercantiles, limitaría la capacidad de endeudamiento, establecería sistemas de auditoría y sometería sus operaciones de crédito y tesorería y su contabilidad a un mayor control del Tribunal de Cuentas.

Han pasado cuatro años desde la formulación de las anteriores promesas al electorado, pero en el Congreso de los Diputados de esta cuestión, como del finado Fernández, nunca más se supo.

Nada se ha avanzado en las propuestas del PP para eliminar las zonas exentas de responsabilidad política, ni para mejorar la transparencia en las fuentes de ingresos y en los gastos de los partidos, ni tampoco para favorecer las aportaciones privadas ni para determinar su límite.

Tampoco ha habido progresos en la dirección propugnada por el PSOE para admitir las donaciones de personas físicas con carácter desgravable ni otras cuestiones llenas de interés porque, sin limitar la capacidad de endeudamiento de los partidos y, en definitiva, sus gastos, la tentación del recurso a la financiación irregular seguirá siendo irresistible.

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Algunos casos han terminado en los tribunales con sentencias condenatorias o en el archivo por falta de pruebas o por la forma indebida en que las pruebas se obtuvieron. Pero, en esta materia, de Helmut Kohl abajo, ninguno.

Así que ya están los candidatos haciendo ejercicios de calentamiento en la banda. Bullen de contento y las agencias de publicidad y los departamentos correspondientes de los medios de comunicación otro tanto. Se prepara la cartelería buscando el lado bueno de cada candidato. Luego, vendrá la impresión en cuatricomía y papel couché que acabará ensuciando las fachadas de nuestras ciudades. Cada uno de los partidos buscará al encuestador más afín para que le confirme las mejores expectativas. Pero será el tono dialéctico que cada uno de los contendientes exhiba en la campaña el que anticipe la idea que cada uno de ellos se malicia de los resultados. Vaticinan bronca porque amanecemos con empate.

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