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30 "sin papeles" cumplen cuatro días en huelga de hambre en Málaga

Unos 30 inmigrantes subsaharianos llevan cuatro días en huelga de hambre y durmiendo a la intemperie junto a la catedral de Málaga para exigir su legalización. Ayer, la Subdelegación del Gobierno se comprometió a regularizar la situación y conceder permisos de trabajo a aquellos que tengan una oferta laboral "seria". Los concentrados acogieron la propuesta con desconfianza, aunque pasadas las diez de la noche debatían en asamblea si abandonaban la protesta. Málaga Acoge se ofreció a buscar salida laboral para los inmigrantes.

La mayoría tiene una cédula que le concede 15 días de plazo para aportar una serie de documentos que le permita regularizar su situación. En caso contrario, pasarán a la ilegalidad. El problema es que, según argumentan, les resulta "imposible" reunir esos papeles. A algunos el salvoconducto ya se les ha vencido. A otros, le quedan apenas unos días. Anoche, el subdelegado del Gobierno se reunió durante más de dos horas con representantes de los concentrados, de Málaga Acoge y de la Plataforma de Solidaridad con los Inmigrantes. Carlos Rubio asumió el compromiso de agilizar permisos de trabajo para todos aquellos que tengan garantizado un empleo.

"Hemos visto buena disponibilidad para resolver el problema, la oferta es viable y cubre con creces las expectativas. En el encierro anterior, la administración cumplió; confiamos en que ahora también cumplirá. Les hemos transmitido la bondad de la propuesta desde la experiencia de muchos años de trabajo, pero son reacios a aceptarla. Si no la aceptan será su responsabilidad, aunque no dejaremos nuestra labor de mediación", comentó José Luis Rodríguez, miembro de la plataforma.

Tras el encuentro en la Subdelegación, Málaga Acoge se comprometió a gestionarles ofertas de trabajo para solucionar su situación. La organización humanitaria y el Ayuntamiento de Málaga a su vez garantizaron rápidamente alojamiento y comida para los inmigrantes. Pero ellos no se decidían a abandonar la medida de presión. "No tenemos casa, ni dinero, ni comida, ni trabajo. Vamos a estar aquí hasta que el Gobierno nos dé una respuesta satisfactoria", advirtió uno de los participantes en la concentración. Anoche, recostados en sus colchones, a cielo raso casi todos eran partidarios de no abandonar la protesta. No veían claro que pudieran conseguir esa oferta de trabajo que les saque de su laberinto administrativo.

A diferencia del encierro que medio centenar de subsaharianos protagonizó hace año y medio en la catedral impulsado por ONG, esta protesta ha sido espontánea. Después ha sido respaldada por el Movimiento contra el Paro y ha contado con la mediación de Málaga Acoge y la plataforma. Una octavilla resumía la reivindicación: "No somos criminales, ni traficantes, sólo queremos vivir en paz".

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