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Palabra

JAIME ESQUEMBRE

Ella, ama de casa. Él, trabajador de una pequeña fábrica de cuerdas que heredó, junto con otros cuatro compañeros, cuando la empresa quebró y el patrón les regaló la maquinaria para que intentaran ganarse la vida sin esperar una llamada del Inem. De lenguaje franco, es persona muy conocida en el pueblo, porque organizaba las fiestas de la calle de San Juan, en la que vive. Además, en sus ratos libres ejercía de presidente del club de petanca. Sin más títulos con los que rellenar una carta de presentación, los socialistas pensaron en él como candidato a concejal, en calidad de independiente, simplemente porque era una buena persona. Y punto.

Hoy, José Manuel Martínez Bernabé es uno de los concejales más conocidos de la Comunidad Valenciana, porque los testimonios, a pelo, de este trabajador textil y su mujer, han conseguido poner sobre las cuerdas a tres poderosos concejales del PP y dos empresarios de Callosa de Segura. Los acusan de intentar un soborno para modificar el resultado de las urnas y sentar en la alcaldía del pueblo a quien no se la ganó. No existen grabaciones ni fotografías. Tampoco maletines ni entregas a cuenta. Cuando juez y fiscal escucharon su relato, no dudaron en imputar un presunto cohecho a los políticos populares. Y cuando los empresarios acudieron, raudos, a declarar en defensa de éstos, acabaron igualmente imputados.

El abogado y los compañeros de Martínez le aconsejaron denunciar sin reparar en pruebas condenatorias. "Sólo con escuchar lo que tiene que contarle, el juez podrá decidir", insistían cuando los periodistas se las prometían para conseguir en primicia el esperado comodín oculto bajo la manga. "Lo han intentado con el concejal supuestamente más débil, por sus limitaciones y situación económica, pero se han encontrado con una integridad sólida como una roca, de imposible soborno", dicen.

La instrucción del caso está a punto de finalizar, y no hay comodines ni ases. Sólo testimonios. Reconforta saber que la palabra no ha perdido su valor.

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