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La Vuelta del 2000 será muy corta, efectista, montañosa y polémica

Carlos Arribas

La historia del ciclismo hará un alto en la Vuelta del 2000. O al menos así lo espera Unipublic, la empresa organizadora, que ayer presentó una ronda española tan insólita que bien merecería el calificativo de revolucionaria. Adiós al mito y a la leyenda de etapas sin fin en las que la agonía y la capacidad de sufrimiento determinaban las acciones. Vivan el salpicón de puertos de montaña y los finales en alto para cerrar etapas cortas, muy cortas. No más de cuatro horas por día estarán los ciclistas sobre la bicicleta. Además, tendrán dos días de descanso. Son los tiempos nuevos, dicen.

José María Jiménez miraba la imponente pantalla con el gigantesco mapa de España y era como si estuviera contando con los dedos las victorias que por anticipado ve en su zurrón. Xorret, el pulgar de la zurda; Súper Molina, y arriba el índice; Ordino-Arcalís, y el corazón; Lagos de Covadonga, el anular; Angliru, el meñique, y para completar, Abantos, el meñíque de la derecha. "Me encanta", decía como relamiéndose los dedos el ciclista español al que mejor le cuadran los adjetivos que mejor pueden definir la Vuelta del 2000: efectista, montañoso y polémico. "Pero bueno, que no se emociones", soplaba al lado su director, Eusebio Unzue. "Hay 90 kilómetros contrarreloj y más le vale al Chava pensar en ir ganando etapas". Jiménez, el escalador espectacular por antonomasia ya conoce la victoria en un par de finales de la próxima Vuelta: Xorret (en 1998) y Angliru (1999).Olano, el último español que ha ganado la Vuelta (1998) no estaba, evidentemente, tan emocionado como su excompañero de equipo. "No me gusta nada", dijo tajante el líder del ONCE. "Está hecha pensando en el espectáculo televisivo. Muchas llegadas explosivas y contrarrelojs llenas de repechos". Manolo Saiz, su director, intentaba templar los ánimos. "Claro que la puede ganar Abraham", decía el técnico del ONCE. "No me disgusta en absoluto"

La Vuelta del 2000 ha enfrentado, antes de disputarse, a las dos Españas del ciclismo. Y, si apuran un poco, ha añadido datos prácticos para el gran debate teórico del mundo de las dos ruedas. ¿Películas profundas o vídeoclips? Quitemos los tiempos muertos y quedémonos con la esencia del ciclismo, dicen los publicitas de la ronda española. Ninguna etapa llegará en el 2000 a los 190 kilómetros; el recorrido total no alcanzará los 3.000 kilómetros, unos 700 menos que en los últimos años; como media cada una de las 21 etapas (desde la primera, el sábado 26 de agosto, en Málaga, hasta la última, el 17 de septiembre en Madrid, las dos contrarreloj), medirá 139 kilómetros. "Una hora más de sueño para los corredores", añaden los directores. Y dos días de descanso, colocados juntitos a mitad de recorrido. Miércoles y viernes.

"No sé, no sé", meditaba Escartín, el símbolo del ciclismo como arte agonístico. "Podrían haber puesto seguidas las dos etapas de montaña asturiana, Lagos y Angliru. Y haber puesto más montaña antes de las llegadas. Y, sobre todo, echo de menos, una súper etapa de montaña".

Ajenos a sus preocupaciones los directores de Armstrong, Johan Bruyneel, y Ullrich, Walter Godefroot, charlaban animados. Venían a decir, los dos, algo así como: cómo van a poner algo más duro en septiembre, teniendo en cuenta que ya es muy tarde en la temporada y que todavía quedan después los Juegos y el Mundial; a Armstrong y a Ullrich les viene muy bien esto, etapas cortas y trabajo el justo. Seguro que estarán aquí. Y así.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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