"En Madrid sólo hay unos cuarenta jugadores de Wei Ki"
Fernando Nolla es madrileño, tiene 48 años y nació en el barrio de Chamberí, donde vive. Se licenció en Ciencias Políticas en la Complutense, donde desempeñó un papel destacado como dirigente del movimiento estudiantil en los años 70. Inspector de Trabajo y asesor en asuntos laborales durante el mandato de Álvaro Gil Robles como Defensor del Pueblo, participó en programas de Cooperación en África. Vivió en Inglaterra, también en Vitoria y Barcelona, donde un día conoció a un religioso que había vivido en Extremo Oriente. Le habló de un arcaico juego, con tres mil años de historia, que le fascinó. Años después, en sus ratos de ocio, se dedica a difundir ese juego de estrategia, llamado Go o también Wei Ki, que cuenta con millones de seguidores en China, Japón y Corea, donde los buenos jugadores cuentan con enorme prestigio social. Es presidente de la Asociación Española de Go, que agrupa a unos 300 jugadores en España, "de ellos unos 40 en Madrid", dice Nolla.Pregunta. ¿A qué obedece su paso desde el movimiento estudiantil, en su juventud, a la difusión de un juego de estrategia, en su madurez?
Respuesta. Quizá a la pasión por las batallitas.
P. ¿Cómo nació el Go?
R. Se trata de un juego de posiciones, precedente al del ajedrez. La leyenda cuenta que un rey chino, abrumado por la estupidez de su hijo, decidió inventar este juego para instruirle.
P. ¿Lo consiguió?
R. Parece que sí.
P. ¿Cómo se juega?
R. Consiste en un combate entre dos personas alrededor de un tablero cuadrado, cruzado por 19 líneas longitudinales y otras tantas transversales. Cada jugador dispone de un número ilimitado de fichas, blancas uno y negras el otro, que cada cual ha de colocar consecutivamente en las intersecciones.
P. ¿Y bien?
R. Se trata de acotar el máximo posible de territorio sobre el tablero. Se empieza cercando un espacio propio. A la vez, se trata de evitar que el otro acote un terreno mayor. Pero también existe el cuerpo a cuerpo en las zonas en disputa, e incursiones al terreno enemigo, donde se intenta asentar bases. Al final, cada jugador cuenta un punto por cada intersección libre que tenga en su territorio, más un punto por cada ficha capturada.
P. Parece un juego simple.
R. Las reglas sí lo son, pero se convierte en un desafío intelectual que requiere una concentración extraordinaria. Hay un campo muy amplio para la intuición y la experimentación. La programación de ordenadores para jugarlo, ha dado escasos resultados, a diferencia del ajedrez, donde las máquinas han conseguido derrotar a grandes maestros.
P. ¿Tiene mucho que ver con el ajedrez?
R. Equivale a cuatro partidas simultáneas.
P. Caramba ¿existen desenlaces en tablas?
R. Son rarísimos. No hay apenas posibilidad de empate.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.