De la compañía de Joaquín Ruiz
He estado esperando hasta el último día del Festival de Otoño en Madrid para escribir estas líneas.El pasado día 6 de noviembre asistí, en el precioso y recogido Coliseo Carlos III, de El Escorial, a Mar de tierras, el espectáculo de danza española de la compañía de Joaquín Ruiz. Me habían animado a acudir algunas personas muy próximas que ya lo conocían y me habían ponderado su calidad. Pero no podía imaginar la belleza de las coreografías, de su ejecución por el propio Joaquín, el cuerpo de baile, los cantaores y los músicos. No podía imaginar tampoco el resultado de la fusión de raíces flamencas, españolas y de otras tierras -la gallardía de esa farruca, esa rumba marcada sobre una melodía macedonia, ese flamenco casi convertido en swing, en los sonidos de un saxo...-. También observé que mi satisfacción era compartida por otros asistentes, mejores conocedores que yo de la danza española.
Ingenuo de mí, al día siguiente busqué inútilmente alguna crítica en alguno de los periódicos de Madrid. Desde el día 6 de noviembre he seguido mirando a diario todos los periódicos y, a pesar de que Mar de tierras ha estado en otros escenarios, no he encontrado un solo comentario. Mientras tanto, he sabido algo más de la trayectoria profesional de Joaquín Ruiz y de su compañía, que en nada desmerece de la de otros nombres y compañías más "sonados", pero no menos ilustres, y que, repitiendo el tópico, actúan más en escenarios foráneos que españoles.
Por eso me dirijo, bastante indignado, a "mi" periódico -de los demás no me importa tanto-, porque tengo la sensación de que, como en otras áreas de la cultura y del arte, estamos en un círculo vicioso; sólo se habla de lo que ya es conocido y famoso, porque su difusión tiene lectores seguros y atentos, independientemente de su calidad. Cuando artistas menos conocidos crean espectáculos de calidad como el que yo tuve la suerte de disfrutar en El Escorial, tenemos que enterarnos por amigos.- . .