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ETA ROMPE LA TREGUA

El PNV y HB refuerzan su pacto de soberanía para Euskadi horas antes del final de la tregua

Arzalluz y Otegi coinciden en avanzar por las vías democráticas hacia un nuevo proyecto vasco

La alianza de las fuerzas nacionalistas vascas en pro de un nuevo marco de soberanía para Euskal Herria, plasmada en sendos documentos redactados contrarreloj en Bilbao, llegaba al filo de la conclusión de la tregua que ETA ha mantenido 14 meses. Por la mañana, la dirección del PNV invitaba a HB a establecer "de común acuerdo" un nuevo proyecto jurídico-político de soberanía para Euskal Herria que "abarque a todos los vascos". Pasadas las diez de la noche, las fuerzas integrantes del Pacto de Lizarra (HB, PNV, EA IU, ELA y LAB, entre otros) respondían con otro comunicado -no suscrito por la formación que lidera Julio Anguita por la ausencia de una referencia expresa a ETA- en el que se plantean "apurar hasta su límite democrático todas las posibilidades" para que "el proceso emprendido sea irreversible"."Nos comprometemos", concluye el documento del Pacto de Lizarra, "y hacemos una invitación a la sociedad para impulsar un nuevo marco de convivencia política acorde con la realidad plural de nuestro país y basado en la aceptación de la voluntad de los hombres y mujeres de Euskal Herria".

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"El proceso emprendido es irreversible"
"Invitamos a HB a establecer las bases del proyecto de construcción nacional"

Antes de hacer este anuncio, las fuerzas firmantes evitan pedir expresamente a ETA que rectifique su decisión de volver a empuñar las armas -se limitan a decir que "con el final de la tregua desaparece una de las aportaciones objetivamente favorables para el desarrollo y progreso del modelo de solución que propone Lizarra"-, y, sin embargo, reprochan al Gobierno francés y al español haber aplazado "decisiones necesarias para facilitar el proceso y conducirlo a una fase de resolución".

Tras señalar su "voluntad de profundizar en el modelo de solución democrática que propone Lizarra", el Pacto apremia "a todas las partes con capacidad para determinar el curso de este proceso a analizar y revisar sus decisiones, cada cual desde su propia y diferente responsabilidad, de modo que posibiliten y aporten las condiciones para que el proceso emprendido sea irreversible".

Los dirigentes que representaban a las fuerzas del Pacto se habían reunido a las cuatro y media de la tarde y concluyeron la nota pasadas las diez de la noche. Previamente el PNV les había dejado sobre la mesa, en vísperas del final de la tregua de ETA, un documento con el que trataba de amarrar a HB en su apuesta formal por las vías políticas y democráticas.

Tanto el Gobierno central como el ministro del Interior, Jaime Mayor, se apresuraron a entender la iniciativa soberanista del PNV como la respuesta de esta formación "al chantaje de ETA", pero la consideraron un paso equivocado y pusieron en duda que fuera a satisfacer a la banda terrorista. Los socialistas la acogieron igualmente como "una declaración coyuntural, exclusivamente dirigida a salvar la tregua" y la criticaron por remitirse únicamente a los nacionalistas. Según Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura, el "ámbito vasco de decisión" al que pretenden llegar los nacionalistas vascos provocaría "una limpieza étnica".

"Levantar la voz"

Xabier Arzalluz, acompañado de los dirigentes regionales del PNV -Javier Atutxa, de Vizcaya; Joseba Egibar, de Guipúzcoa; José María Gerenabarrena, de Álava, y José Antonio Urbiola, de Navarra-, había comparecido por la mañana en Sabin Etxea, la sede del PNV en Bilbao, para leer un comunicado en el que se afirma que "ha llegado para el pueblo vasco la hora de levantar su voz" y caminar hacia una expresión colectiva de su voluntad como pueblo en Europa. El PNV reitera a ETA que no admite su "tutela" en el proceso político y subraya que la irrupción de los terroristas perjudica al nacionalismo y favorece los esfuerzos "gubernamentales y ultras" de impedir la colaboración entre los nacionalistas. Añade que ETA sobra y estorba en el proceso de construcción nacional vasco, y que su actividad es extemporánea en la Europa actual y sólo suscita la "odiosidad" general.

Tras este preámbulo, el PNV hacía una invitación a la formaciones nacionalistas, "en especial" a HB-EH, para abordar un proyecto conjunto más allá del Estatuto de Autonomía. Era una forma de decirle a la formación que lidera Arnaldo Otegi que había llegado la hora de la verdad y que debía superar su dependencia de la banda terrorista y apostar por las vías políticas y democráticas.

La respuesta de Lizarra, dos horas antes del final teórico de la tregua terrorista, fue suficientemente clarificadora al respecto. "Afirmamos", dice el documento, "que nuestro compromiso con las vías de actuación exclusivamente democráticas y políticas es firme e irrevocable". Aunque también se añade que las fuerzas de Lizarra "no renuncian" a ningún instrumento democrático que "ayude a reconducir la actual situación".

Los peneuvistas sugerían también profundizar en un modelo concreto de construcción nacional para Euskal Herria junto a EH "desde la diferencia y respeto mutuos", estableciendo paulatinamente "sus contenidos, modos y ritmos". Los nacionalistas, conscientes de que no pueden echar por la borda toda la experiencia estatutista -su razón de ser durante estas dos décadas-, intentaban trasladar así al mundo de HB y ETA que es imposible saltar a soluciones "estrambóticas", como las elecciones "nacionales" en los seis territorios que le proponía la organización terrorista. Y Lizarra lo asume en cierto modo.

En realidad, la oferta del PNV no era un planteamiento nuevo. El propio portavoz, Joseba Egibar, anunció hace varias semanas en el Parlamento vasco que su partido estaba ya inmerso en la elaboración de una propuesta concreta sobre el modelo de construcción nacional que iban a defender los peneuvistas. Ayer, en su comunicado, el PNV avanza lo que entiende por construcción nacional: "Trabajar en todos aquellos presupuestos que crean y difunden una conciencia nacional como base para el ejercicio democrático de una voluntad política". La novedad reside en que el PNV tiende la mano a HB para diseñar conjuntamente ese modelo. Una invitación que llega cuando el chantaje de ETA se ha planteado con toda crudeza e inmediatez y a la que el Pacto de Lizarra responde con el compromiso de "impulsar un nuevo marco de convivencia política acorde con la realidad plural de nuestro país y basado en la aceptación de la voluntad de los hombres y mujeres de Euskal Herria".

La respuesta a Otegi

El pacto soberanista quedaba consumado en este momento. En realidad, el documento del PNV era ya, en gran medida, una respuesta al emplazamiento realizado el lunes por Otegi de profundizar en la vía soberanista abierta en Lizarra con proyectos concretos.

El PNV valora aquella decisión de HB, que considera estratégica, de incorporarse a las "vías políticas y democráticas", y califica de "paso gigantesco" el dado, aunque cree que la izquierda abertzale confunde valentía con voluntarismo y le recuerda que ellos siempre han trabajado por la construcción de la nación vasca, "mientras que Herri Batasuna es ahora cuando se incorpora a ella".

En los contactos bilaterales, previos a los documentos difundidos ayer, ambas formaciones constataron sus diferencias, limitaciones y el nulo margen de maniobra que dejaría ETA si volviese a matar. Pero con todo, tales contactos han servido para que las dos fuerzas renueven su apuesta por lo que representa Lizarra. Una apuesta que HB y el resto de organizaciones del MLNV (incluida Jarrai) exhibirán hoy en las concentraciones que el lehendakari, Juan José Ibarretxe, ha convocado para exigirle a ETA que no vuelva a matar.

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