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Frank Vandenbroucke deja el Cofidis, al que acusa de "faltas graves"

Carlos Arribas

Cuando se enteró de que Frank Vandenbroucke había roto unilateralmente el contrato que le ligaba al Cofidis hasta diciembre del 2001, Manolo Saiz dijo: "No va a venir a la ONCE, y eso que lo hemos tenido a tiro, y sin embargo me habría gustado, habría supuesto un nuevo desafío, un bonito desafío, un desafío humano, no deportivo". Cuando los dirigentes del Cofidis se enteraron de que su estrella, el ciclista con más futuro del mundo, el tercero de la lista UCI, el corredor con más talento que Bélgica ha dadodesde que Merckx colgó la bicicleta, les decía au revoir a la francesa, emitieron un comunicado: "Frank nos deja para irse a un equipo más abierto que el Cofidis en los asuntos del dopaje". Cuando se enteraron, la mayoría de las gentes del ciclismo dijeron: "¿Otra vez?".Frank Vandenbroucke es un extraordinario corredor. Y también un bicho raro, individualista y soberbio en un mundo de individualistas gregarios. Todas las leyes no escritas del ciclismo, aquellas que permiten la pervivencia sin apenas cambios de una forma de actuar antigua, parecen estar hechas para que las rompa Vandenbroucke, de 25 años, con perilla y platino teñido; capaz de romper con su novia, embarazada de ocho meses; capaz de dejar de hablarse con sus padres y sus tíos; capaz de romperse la muñeca en un Mundial, terminarlo séptimo y celebrarlo escayolado en una discoteca de Verona, y capaz, por segunda vez en su carrera, de romper un contrato con un equipo.

La primera vez fue hace cinco años, cuando tenía 20. Dejó el Lotto de su tío Jean Luc y se fue al Mapei. Se metió en líos de tribunales y federaciones por duplicidad de contratos. Se salió con la suya.

En esta ocasión parece llevar el mismo camino. Acogiéndose a un par de puntos del contrato con el Cofidis, la sociedad que maneja los asuntos del corredor ha alegado que no podía confiar más en un equipo "con un comportamiento que atenta contra los principios elementales del derecho francés y, además, contra las personas, especialmente, en su faceta de empleados". Y todo porque cuando la policía detuvo a Vandenbroucke, en mayo pasado, por conexión con una red de dopaje, el Cofidis lo suspendió de empleo y sueldo automáticamente. Posteriormente, la juez absolvió al ciclista belga de toda culpa. Y el corredor ahora se va del equipo y encima le reclama una indemnización por "daños y perjuicios".

El Cofidis piensa que todo es una añagaza para irse a un equipo que le ofrezca más dinero y tiene intención de demandarlo ante los tribunales, pero hasta el momento ningún equipo ha admitido su fichaje. Giancarlo Ferretti, director del Fassa Bortolo, equipo en el que los rumores colocan al belga, dice lo contrario. "Conociendo a Frank como lo conozco, seguro que ha roto con el Cofidis sin haber firmado con nadie más aún".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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