_
_
_
_
Entrevista:

"La Europa fortaleza fue un eslogan de los años 80"

En vísperas de la cumbre ministerial de Seattle, el comisario europeo responsable de Comercio Exterior y principal negociador europeo no está tranquilo. El desacuerdo sobre la agenda de la Ronda del Milenio amenaza con reducirla a un fiasco, a una difusa negociación sobre agricultura y servicios sin visos de éxito.Pregunta. Tiene usted aire preocupado. ¿Van mal las cosas?

Respuesta. Digamos que no es gracias a los trabajos en Ginebra que Seattle será un éxito. ¡Si es que Seattle llega a ser un éxito!

P. ¿Qué ocurrirá si Estados Unidos sólo quiere negociar sobre agricultura y servicios?

R. Ésa no es la posición de Estados Unidos. Han mostrado una cierta flexibilidad sobre ello. El problema principal está más bien entre los países en vías de desarrollo y los países desarrollados. Hay también desacuerdo sobre la agricultura; en realidad es entre ciertos países en vías de desarrollo y ciertos países desarrollados, de un lado, y la Unión Europea y Estados Unidos, en el otro lado.

P. ¿Cuáles son los puntos de desacuerdo entre Europa y Estados Unidos?

R. Son esencialmente de orden táctico. Están ligados al hecho de que el calendario político estadounidense está marcado por el corto plazo. El año que viene hay elecciones presidenciales.

P. ¿Y eso, qué quiere decir?

R. Que Estados Unidos tiene tendencia a dejar para más tarde asuntos que nosotros ya podríamos discutir ahora.

P. ¿Por ejemplo?

R. Inversiones, competencia, antidumping...

P. ¿Qué es lo que falla cuando la UE es la potencia comercial más abierta del mundo y al mismo tiempo continúa la crítica feroz a la Europa fortaleza?

R. No, no. La Europa fortaleza fue un eslogan de los años ochenta que está limitado ahora a la agricultura. Y quienes emiten esas críticas a la agricultura son únicamente aquellos que se benefician de ventajas comparativas naturales de gran importancia, como Australia, Nueva Zelanda o Argentina. En materia industrial ya nadie habla de Europa fortaleza, en materia de servicios tampoco.

P. Si en Seattle no hay acuerdo sobre la agenda de negociación, ¿qué va a ocurrir?

R. Hay un aspecto técnico y un aspecto político. Técnicamente, lo que ocurrirá es que vamos a seguir negociaciones sobre agricultura y sobre servicios sin plazo y sin compromiso de acabarlas. Políticamente será la señal de que en el mundo actual no hay un consenso lo bastante fuerte para dar un paso suplementario de la liberalización comercial controlada y que unos y otros no ven suficientes ventajas para hacer el tipo de concesiones que nosotros, por ejemplo, estamos dispuestos a hacer.

P. Europa defiende una liberalización suplementaria, pero no está claro en qué. ¿Qué quiere Europa en esta ronda?

R. Una negociación comercial multilateral no es hoy como lo era antes. Hace 30 años era sencillo. Las protecciones eran fundamentalmente tarifarias y la liberalización consistía en reducir las tarifas de manera coordinada. Todo lo que es obstáculo a los intercambios está ahora menos en lo tarifario y más en lo no tarifario y en los problemas de reglamentación. Nos interesa abrir los mercados de los demás, sobre todo en materia de servicios, por ejemplo en materia de telecomunicaciones, todo lo que son utilities, como el agua o la energía, sectores en los que Europa tiene buenas ventajas competitivas. Y estamos preparados a abrir nuestros mercados en cierto número de ámbitos, sobre todo en dirección a los países menos avanzados. Estoy autorizado a poner encima de la mesa en el momento oportuno un desarme tarifario casi completo hacia los países menos avanzados.

P. ¿Por qué hay un movimiento contrario a la liberalización en sectores progresistas, comprometidos con el desarrollo del Tercer Mundo?

R. Hay una sensibilidad de las opiniones públicas hacia el medio ambiente, la salud, las normas sociales fundamentales, las condiciones de producción. Es lógico que gente preocupada por el medio ambiente se pregunte si más liberalización comercial es bueno o es malo para el medio ambiente. Lo que no me parece lógico es la respuesta que dice: parad la globalización o la liberalización mundial hasta que sepamos no sé muy bien qué. Creo que hay formas de conciliar un desarrollo sostenible y la liberalización comercial.

P. En otras regiones se interpretan esas preocupaciones como una coartada europea proteccionista.

R. Es legítimo que tengan esas dudas, y estamos obligados a demostrarles que esas dudas no tienen fundamento. Las convenciones básicas sobre el trabajo infantil, la esclavitud o el derecho a sindicarse no es algo que nosotros queramos imponer. Son normas que han sido aceptadas por todos, que esos países han firmado. Y nadie quiere ir más allá. No es una nueva barrera proteccionista.

P. ¿Por qué Europa ha perdido la mayoría de los paneles en la OMC?

R. No, no, no. Eso es totalmente inexacto. Hemos perdido dos paneles de gran visibilidad, el del plátano y el de la carne hormonada, pero hemos ganado muchos otros. Hemos ganado el panel sobre el sistema de EEUU de ayudas a la exportación, un asunto que no tiene punto de comparación en términos de flujo con el plátano o las hormonas. Acabamos de ganar el caso British Steel sobre ayudas públicas. Decidir que las ayudas públicas otorgadas a la privatización no son contrarias al libre comercio es un asunto de enorme importancia para nosotros.

P. ¿Qué va a pasar con China?

R. Con China estamos viviendo un proceso de adhesión a la Organización Mundial de Comercio. Una negociación muy larga, muy importante, en la que los americanos acaban de ponerse de acuerdo sobre la agenda con China. Nuestra agenda es común con la americana en un 80%. Ahora nos queda a nosotros negociar con los chinos ese 20% restante.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_