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FÚTBOL 13ª jornada de Liga

Desprecio al buen juego

Sevilla y Málaga escogen la bronca y empatan en un partido marcado por cuatro expulsiones

Mal juego, aburrimiento y un nuevo empate en el Ramón Sánchez Pizjuán. Algo que se está convirtiendo en un tópico para el conjunto sevillista. Ambos equipo además de olvidarse de lo que significa el espectáculo optaron por el desprecio a las buenas maneras, de todo tipo. Un partido soporifero que sólo despertó a los espectadores cuando los jugadores escogieron la bronca en lugar del balón. El reencuentro en Primera, diez años después, de estos dos recién ascendidos fue bastante decepcionante y sería preferible olvidarlo.Salieron los dos equipos con mucha tranquilidad. Como si la supuesta tensión que antecedió al partido no fuera con ellos. Esperando al contrario en campo propio y manteniendo las posiciones. Tuvieron que pasar varios minutos para que el Málaga aceptara su superioridad. Para que empezara a hilvanar las jugadas de ataque a través de Morilla y para que Agostinho, ex sevillista, hiciera de las suyas por el lateral izquierdo.

SEVILLA 0

MÁLAGA 0Sevilla: Valencia; Marchena, Hibic, Tabaré; Nando, Francisco, Ángel (Jesuli m. 51), Quevedo; Tsartas, Moya (Otero m. 40) y Juan Carlos. Málaga: Contreras; Rojas, Bravo, Fernando Sanz, Valcarce; Rufete (Luque m.71), De los Santos, Movilla, Agostinho (Ruano m. 70); Edgar y Catanha. Árbitro: Ansuátegui Roca (Colegio Valenciano). Amonestó a Fernando Sanz, De los Santos, Marchena y Leal. Mostró tarjeta roja directa a Catanha y a Marchena por un enfrentamiento entre ambos y también expulsó por doble amonestación a Quevedo y a Francisco. El Sevilla acabó con ocho jugadores y el Málaga con 10. Alrededor de 25.000 espectadores en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Presenciaron el encuentro unos 600 aficionados del Málaga. Al final del encuentro, los espectadores sevillistas abuchearon al presidente del club y uno de ellos alcanzó al árbirtro con una bolsa de pipas.

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La afición, mejor que los jugadores

Mientras los jugadores del Málaga se hacían los dueños del centro del campo y diseñaban el asalto al marco sevillista con orden, el Sevilla, con Tsartas sin ideas y Ángel bloqueado con los marcajes, sólo atendía al balonazo y a la buenaventuranza del contraataque. Un juego opaco, sin virtudes, que justifica la mala posición del Sevilla y que acaba con el fútbol como espectáculo.

Bastó una falta cercana a la portería que defiende Contreras para que, tras una tangana, los malagueños perdieran los nervios y el partido se diluyera aún más, por si no fuera ya aburrido. Algo de lo que los sevillistas sacaron tajada, sobre todo por que el Málaga perdió el potencial ofensivo que obtenía de la disciplina de sus jugadores.

En la primera parte el Sevilla sólo contó con una ocasión: una escapada de Juan Carlos a cuyo disparó respondió Contreras con una buena parada. Nada más. Sólo nervios en la defensa, falta de creación en el centro del campo, la total ausencia de juego por las bandas e inactividad por parte de los delanteros.

El Málaga, por lo menos, atendía más a lo que se entiende por fútbol. Buenas conexiones entre sus jugadores, verticalidad, y unos delanteros, Catanha y Edgar, siempre incisivos y con ganas de buscar el gol. Sólo la inseguridad que provocan los errores de Fernando Sanz en la defensa sería reprochable al equipo de Peiró.

El comienzo de la segunda parte fue un reflejo del inicio del partido. Se impuso un sosiego entre los jugadores que condujo hasta el sopor. El Málaga tardó bastante en entrar en calor y el Sevilla fue la misma imagen de la incapacidad.

En un contraataque de los malagueños Rufete tuvo el partido en sus botas pero la lentitud del centrocampista convirtió la mejor ocasión del Málaga en un remate sin consecuencias.

La salida al campo de Jesuli le dio más alas al Sevilla. Pero sólo en algunas jugadas individuales que no tuvieron transcendencia. El Málaga mantuvo la posición en el campo y poco más. El partido se deslavazó y se convirtió en un toma y daca sin sentido donde los jugadores se limitaron a correr detrás del balón sin ninguna proyección, ni ideas.

Una nueva tangana acabó con Catanha y Marchena expulsados. Algo que sería anecdótico sino fuera porque sería los más renombrable en un encuentro para olvidar.

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