El Atlético desarma a un rival vulgar
El equipo de Ranieri funcionó de forma irregular, pero siempre fue mejor que el Wolfsburgo
El piloto automático que pretende Ranieri funcionó anoche 20 minutos; después, el Atlético hizo lo que pudo, que no ha sido poco, pero lo hizo con argumentos más baratos que su obediente y aromático inicio. A ratos estuvo cerca, otras veces más lejos de aquello que intenta inyectar el italiano, pero no volvió a hacerlo con las vibraciones del principio. En esos minutos el Atlético pareció tener, gracias a la presión y la paciencia, un piloto automático, una identidad. Llegó el primer empate del Wolfsburgo y entonces sí, durante el resto del primer tiempo, llegó también el barullo tonto, la anarquía y los balonazos para Hasselbaink. En la segunda parte la historia fue distinta. Pareció como que Ranieri, un poco resignado, hubiera dicho a sus jugadores en el descanso que olvidaran lo anterior, que ahora había que jugar al contraataque. Y así, esperando los obcecados embates del Wolfsburgo, el Atlético volvió a sentirse, una hora después, cómodo en el campo.Al principio, Bejbl y Baraja bostezaban tranquilos en el centro del campo, con el balón en los pies. Tres pases cortos y uno largo, como dice Di Stéfano, y a esperar que los pastores alemanes se aburrieran de morder (que fueron sólo cinco minutos, hasta el gol de Aguilera tras un gran pase de Bejbl). Ranieri debe de estar satisfecho con lo que ha conseguido de Bejbl: le ha domesticado. Sigue robando la enorme cantidad de balones que robó siempre, pero ahora no rompe al equipo cada vez que se mueve más de diez metros. Si al Atlético el piloto automático le funcionó 20 minutos, a Hasselbaink le duró 90, y fue el holandés, con el obús que tiene en la pierna derecha, el que puso el 1-2 que cosió un poco los raídos hilos que tenía el equipo por etonces.
WOLFSBURGO 2
ATLÉTICO 3Wolfsburgo: Reitmair; Ballwanz, Thomsen, O" Neil (Maltritz, m.77); Greiner, Weiser, Akonor, Nowak, Sebescen (Wuck, m. 27); Juskowiak y Feldhoff (Banza, m. 70). Atlético: Molina; Gaspar, Santi, Gustavo, Toni; Aguilera, Bejbl, Baraja (Valerón, m. 77), Solari (Roberto, m. 84) ; José Mari (Correa, m. 87) y Hasselbaink. Goles: 0-1. M. 6 Aguilera, de tiro raso. 1-1. M. 21. Juskowiak. 1-2. M. 37. Hasselbaink. 1-3. M. 58. Aguilera. 2-3. M. 83: Akonor, de penalti. Arbitro: Luc Huyghe (Bélgica). Mostró tarjeta amarilla a Greiner, Ballwanz, Akonor, Solari, Hasselbaink y Santi. 11.000 aficionados en el estadio Wolf.
Tras el descanso, Ranieri y su solución de repuesto, el contraataque, volvieron a acabarse en 20 minutos. Mientras duró, el Atlético se dio cuenta de que los gigantes centrales del Wolfsburgo desconocían el concepto de pase al huecos, sobre todo desde los pies de Baraja y José Mari. De uno de ellos llegó el tercer gol, otra vez de Aguilera. Y a dormir, pensó el Atlético, porque el Wolfsburgo no amenazaba, apenas si intentaba largos balonazos para su centro delantero Juskowiak. En uno de ellos, y después de que Santi y Gustavo se gritaran "tuya" llegó el empate.
El Wolfsburgo demostró que cumple a la perfección el tópico de los malos equipos alemanes: es un conjunto con una sola dimensión, la del choque, la verticalidad y el jadeo. No mostró nunca una pausa, un corte para reflexionar. Sólo ir hacia delante. Así, chocó una y mil veces consigo mismo y con el Atlético, que a veces lo abortaba desde el principio y otras se hacía cómplice de su táctica castrense.
Ranieri deberá enfrentarse ahora, y sobre todo desde el renacimiento de Aguilera, al problema Valerón. La afición y la prensa lo piden a gritos, y el canario incluso no lo hace mal cuando le toca entrar. El que no lo hace bien, sin embargo, es el Atlético, que juega mejor sin él. De hecho, durante aquella pequeña racha en que el equipo encadenó cuatro victorias consecutivas (Valladolid, Real Madrid y los dos partidos frente al Amica polaco), Valerón apenas si jugó. Brilló con la selección frente a Brasil, y Ranieri se sintió tentado de volver a utilizarlo: y el Atlético, en San Mamés, volvió a perder. Si la situación ya es mala para él, peor se lo pone el que ha sido su sustituto en este último mes, Aguilera, que se ha transformado -primero contra el Madrid pero sobre todo ayer- en uno de los jugadores que mejor interpretan los conceptos de presión y velocidad del manual Ranieri.
La secretaría técnica del Atlético fichó a Valerón después de una gran temporada como media punta en el Mallorca. Desde entonces, y tras una extraña sucesión de hechos, se empezó a suponer que, Valerón, en realidad, es un medio centro, un pivote. Desde entonces, también, Valerón ha perdido alegría. Ayer jugó 14 minutos, tras entrar por Baraja, y poco pudo hacer: el Atlético ya estaba roto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.