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FÚTBOL Duodécima jornada de liga

El Athletic rescata la épica futbolística

El equipo bilbaíno se sobrepuso a dos expulsiones y goleó a un Atlético falto de actitud y de juego

El fútbol español se ha desacostumbrado a los partidos épicos. La evolución del juego, la meteorología y el desarrollo de las infraestructuras han arrinconado las odiseas en el cuarto oscuro. Siempre queda San Mamés, un campo antiguo, renuente a la modernidad y propenso a los viejos tiempos. El Atlético se hundió con todo el equipo, incapaz de comprender lo que pasaba y el Athletic escribió una de esas páginas que gusta de incluir en su biografía. Ganó sobre el barro, con diez futbolistas durante tres cuartas partes del partido y goleando a un rival sin actitud y poco acreditado.La épica reclama un vencedor tanto como un vencido, ambos singulares, ambos sin paliativos. El Athletic se lo enseñó al Atlético en la primera oportunidad. Alkiza gestionó el gol de Joseba desde la zona más indecente del terreno de juego: del charco sacó un centro que el delantero rojiblanco cabeceó en plancha. Todo un argumento en un partido concebido primero desde la actitud y después sobre el juego.

ATHLETIC 4

ATLÉTICO 2Athletic: I. Etxeberria; Lacruz, C. García, Alkorta, Larrazabal; Guerrero (Ferreira, m. 58), Urrutia, Felipe, Alkiza; Etxeberria, (Edu Alonso, m. 58) y Ezquerro (Sívori, m.69). Atlético: Molina; Gaspar (Aguilera, m. 45), Chamot, Gustavo, Capdevila (Toni. m. 50); Bejbl (Paunovic, m. 60); José Mari, Baraja,Valerón, Solari; y Hasselbaink. Goles: 1-0. M. 14. Centro de Alkiza que cabecea en plancha Etxeberria. 2-0. M. 21. Guerrero convierte por la escuadra un libre directo. 2-1. M. 27. Penalti de Alkorta a Valerón que transforma Hasselbaink. 3-1. M. 46. Carlos García cabecea un saque de banda soprendiendo a Molina. 4-1 M. 57. Ezquerro transforma un penalti de Gustavo sobre Etxeberria. 4-2. M. 76. Lanzamiento de falta de Hasselbaink que toca en Ferreira y Paunovic marca a placer. Árbitro: Carmona. Expulsó a Alkorta (m.26) y Urrutia (m. 86). Amonestó: Solari, Etxeberria, Chamot, Gustavo y Ferreira. Unos 30.000 espectadores en San Mamés.

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No había, ni hubo en todo el partido noticias del Atlético. Ni contra once, ni contra diez, ni contra nadie, ni contra nada. Ni el gol de penalti promovió un cambio que asomara cualquier pronóstico de remontada. El gol previo de Guerrero en un lanzamiento magistral le echó del campo. Sólo el ridículo de la goleada le rescató del infierno para adecentar su imagen cuando el marcador no tenía remedio.

El Athletic buscaba un partido de referencia, completo , equilibrado y con goles y lo halló en alianza con elementos y con el regusto añejo de las antiguas citas. El suyo fue un partido uniforme, al fin, conducido por la fortaleza defensiva de Carlos García, la sabiduría de Alkiza para crecer en el sentido contrario al camino de los minutos, y de Etxeberria, para revolver a la defensa con una tenacidad ilimitada.

El Athletic goleó cuando se le presumía una actitud conservadora y congelante. Le favoreció el Atlético, un colectivo sin puesto de mando sobre el campo y que confía la dirección a un futbolista más dotado para el sacrificio que para la conducción, y margina con suficiencia las condiciones de José Mari, acuciado por la omnipresencia de Hasselbaink. De Valerón queda la constancia de su juego como internacional. En el Atlético, debe esperar.

Con once futbolistas el Athletic hizo dos goles; con diez, otros dos, y acabó con nueve para redondear un asunto de esos que gustan en los catálogos de los clubes. Lo que empezó extraño, concluyó enloquecido. El Athletic encontró en la adversidad el fútbol razonable que pretendía. Un asunto nada despreciable. El equipo de Luis Fernández no dispone aún de los argumentos suficientes para respon der a las exigencias de cada partido. Se descompensa con facilidad, se parte en dos con facilidad. Ayer, las condiciones le levantaron el ánimo. A ello colaboró de forma contundente la levedad del Atlético. Capdevila no pudo jamás con Etxeberria y Ezquerro encontró con más facilidad de las previstas las diagonales que ansía en cada encuentro.

Extrañamente Ranieri apostó por Valerón, cuando el terreno de juego se mostraba muy exigente con los futbolistas livianos. Valerón fue una sombra, pero nadie le tomó el relevo. El resto de sus acompañantes parecen poco predispuestos para asumir responsabiloidades. Si acaso Solari se entregó a una lucha constante que le hizo flirtear con la expulsión, a medida que avanzaba su desconsuelo.

El Athletic apeló a lo de siempre, a la bota de Guerrero, a la amplitud de miras de Alkiza y al ingenio de Etxeberria. Sin Urzaiz, los tres decidieron influir en un fútbol más elaborado, amparados en la indolencia defensiva del conjunto colchonero. Los dos primeros goles arruinaron al Atlético, incapaz de leer entre líneas en un campo maltrecho pero que permitía la combinación en mayor medida de lo que anunciaba su destrozado césped. Era un partido para la entrega y el Atlético lo quiso gestionar de la única manera que acostumbra: mediante la pólvora de Hasselbaink, que nunca halló fortuna en sus zapatazos. Sin el holandés, resulta muy poco y ayer su goleador tenía pocos espacios para desenvolverse.

Lo dicho. Un partido raro, enrevesado, que el Athletic supo jugar en inferioridad y fue capaz de complicar cuando lo tenía todo a su favor. El Atlético ratificó su inestabilidad y su carencia de argumentos futbolísticos. De paso, a la vista de las circunstancias agravó la crisis de actitud. Sigue enfermo. El Athletic salió de la convalecencia.

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