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PP: Puede Perder

En Madrid se ha puesto de moda decir que el PP va a perder las elecciones. Sobre todo en medios económicos, segundo nivel, del propio PP. Tal vez se trate sólo de un exorcismo para espantar lo que temen. Sería muy raro que ganase el PSOE, pero hay algunos datos que impiden descartarlo por completo: el empate de las municipales, el desmigamiento de IU, el factor Mario Conde. En todo caso, para que perdiera el PP tendría que ocurrir algo. Aznar acusó a Almunia de estar "buscando un escándalo desesperadamente". ¿Algo como lo de Telefónica?Una prueba de que todavía hay diferencias entre la derecha y la izquierda es la distinta naturaleza de los escándalos de cada cual. PSOE y PP tienen cada uno el suyo en relación al AVE, por ejemplo, pero en el primer caso ligado a la financiación ilegal y en el otro a negocios privados de altos cargos. Y si Juan Guerra puede considerarse símbolo de un estilo de enriquecimiento rápido a la sombra del poder (parentesco más despacho), Villalonga lo sería de otro modelo de lo mismo. "Aspiramos a una sociedad capaz de reemplazar una visión de la vida como problema por otra en la que se identifique la vida como horizonte de oportunidades", podía leerse en una de las ponencias aprobadas en el último congreso del PP.

Horizonte de oportunidades. Los socialistas fueron unos pardillos. Durante 13 años colocaron a sus amigos en las empresas públicas, y utilizaron a su favor esa presencia. Éstos de ahora son más listos: las privatizaron a fin de quedárselas para siempre. Todos los presidentes nombrados por el Gobierno entre sus próximos lo han seguido siendo tras la privatización. Fueron confirmados por consejos de administración en los que había una mayoría de consejeros designados por los presidentes respectivos. Los accionistas individuales podían haberlo impedido, en teoría, pero su dispersión los hace inocuos frente a los grandes grupos, siempre temerosos de disgustar al Gobierno. El cual utilizó la presencia de directivos de confianza en esas empresas para convertirlas en piezas de su estrategia de poder. Financiando un grupo mediático a su servicio, por ejemplo.

Lo más extraordinario del caso es que el Gobierno siga diciendo que no puede intervenir porque se trata de una empresa privada; que lo diga después de haber intervenido a fondo, una vez el escándalo en la calle, modificando las condiciones de aprobación y la fiscalidad de esas bicocas. El Estado, decía la ponencia que defendió Zaplana en el XIII congreso del PP, debe "crear el marco más favorable para el despliegue de las capacidades y méritos de cada uno": el éxito social como criterio de moralidad.

A la espera de que alguien encargue a Tamames un informe que demuestre lo buenísimas que son las stock options para accionistas y usuarios, hay motivos para cuestionar su eficacia y quizás su moralidad. Galbraith las cita (La cultura de la satisfacción. Ariel. 1992. Pág. 66) entre los privilegios autoasignados por los directivos que favorecen la autonomización de sus intereses particulares respecto a los de los accionistas corrientes; y a largo plazo, respecto a los del futuro de la empresa.

Si se cruza la moral darwinista de las oportunidades y el éxito social con la actuación "sin complejos" que reivindicaban Javier Arenas y Ana Mato (al presentar su campaña de vídeos y cuñas radiofónicas sobre las pensiones) el resultado será fácilmente el abuso y el cinismo. Es tranquilizador, sin embargo, que todo el blindaje mediático comprado a precio de stock options por el Gobierno no haya impedido que salte el escándalo. Ni siquiera que un testigo directo como Fernando Suárez, ex dirigente del PP, detecte (La Razón, 10-11-99) "cierta hipocresía" en los actuales dirigentes de ese partido al reprochar a Almunia haber recortado las pensiones en 1985 siendo así que el criterio personal de los Aznar, Rato y compañía era entonces el de "ir mucho más lejos en los recortes de lo que la ley socialista proponía".

Invocar el pasado es siempre un arma de doble filo. Alguien ha decidido reabrir el expediente Flores sobre el AVE, relacionado con la financiación ilegal del PSOE, para contrarrestar lo de Telefónica. Flores y pájaros. Puede disgustar a los socialistas. Pero que el PP juegue esa baza ahora supone reconocer que su derrota ha dejado de ser inverosímil.

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