Soterradamente
La reciente visita a Cádiz de Rafael Arias-Salgado, ministro de Fomento, a fin de potenciar la imagen de Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz y candidata por el PP a la Presidencia de la Junta, ha coincidido con la muerte del conductor de un camión que se incrustó y derribó una vivienda en Las Pajanosas (Sevilla).No es la primera vez que una carretera andaluza es señalada como ruta de la muerte. No está lejos el tramo de la N-323, a su paso por Iznalloz (Granada), con el resultado de 60 muertos y 427 heridos. En Granada, al parecer, las causas respondían a una señalización defectuosa, mientras que en la N-630 -Ruta de la Plata-, con más de 20 muertos este año, se debe a un retraso en el desdoblamiento de la carretera. Sin embargo, entre una y otra realidad, en las que muerte y daño son protagonistas, se da una coincidencia: el conocimiento del problema y el retraso en la adopción de medidas.
La dilación en acometer la rectificación de una señalización defectuosa para no reconocer el posible error cometido, no asumir la responsabilidad de sus efectos y el retraso en la búsqueda de partidas presupuestarias son causas que han evitado una solución a tiempo. Causas que carecen de justificación. Dejar latente un riesgo, a pesar de conocer sus efectos, lo que puede reflejar son las auténticas preocupaciones del Partido Popular. Un partido que, apenas transcurridos tres años desde la privatización de Telefónica, es capaz de dar, rápidamente, una explicación a la distribución de 45.000 millones de pesetas de premio entre 100 directivos y, sin embargo, tolera un Ministerio de Fomento que sólo consigue 600, insuficientes millones para desdoblar el tramo de la muerte, son datos reveladores.
Comportamientos políticos en los que sus urgencias son soterrar, mediante una iniciativa legal, ventajas concedidas a directivos y dejar para mucho después lo que afecta al ciudadano de a pie -carestía del teléfono o dormir sin que entre un camión en el dormitorio- hacen que España, y Andalucía en particular, no vayan tan bien por mucho que se empeñen en inaugurar, también inauguraba Franco, y, salvo que llueva, sigue faltando agua hasta en Grazalema.
EUGENIO SUÁREZ PALOMARES
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