Oli de sant Serapi
Se conmemora hoy, décimo aniversario de la muerte de la admirable Pasionaria, san Serapio, un sanador aclamado en occidente, desconocido en su oriente. Su leyenda habla de un mártir del siglo III de la acreditada cosecha de Settimio Severo, quien se propuso clausurar la catequesis de adultos de Alejandría. El obispo Dionisio desvela a su colega Fabio de Antioquía que, por incitación de un alejandrino "perverso adivino y mal poeta", hubo una revuelta que arrastró al pío Serapio: "Lo detuvieron en su casa, lo atormentaron bárbaramente, le rompieron todas las coyunturas de los miembros y lo echaron desde la pieza de arriba con la cabeza abajo". Podía ser hacia el 248 de nuestra era. En el siglo IV aparece otro homónimo, también egipcio, pero con el alias de El Sindonita, su gracia fue poseer únicamente un manto (sindone) toda su vida. Justamente en Egipto se adoró a Serapis como un dios de la salud y su fama como una taca d"oli llegó a Grecia y Roma, donde el aceite, símbolo de salud, se le atribuía poder medicional y ahuyentador de malos espíritus.Desde la Edad Media, curiosamente, los mercedarios proponían a nuestro pueblo la reverencia de otro san Serapio, supuesto militar inglés prejubilado, profeso en la orden de la Merced (fundada en 1218) y presuntamente martirizado en el norte de África por los moros; le habrían descoyuntado las articulaciones y roto los huesos para clavarlo en una cruz cabeza abajo. Consiguieron que las ovejas del rebaño fiel lo invocaran en asuntos traumatológicos y en los cólicos -¡cómo no!- miserere. Eso sí, la gente tenía que acudir a los conventos mercenarios con un setrill de aceite y, previa una limosna, les era bendecido y adquiría el carisma sanador como oli de sant Serapi, una panacea de pobres, en épocas sin seguridad social.
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